
Miedo a la luz
CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO
Sábado, 20 de noviembre 2021, 10:09
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CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO
Sábado, 20 de noviembre 2021, 10:09
De pequeño, en las vastas extensiones de las praderas del noroeste de Canadá, recuerdo que tenía miedo a la oscuridad. Cuando mi madre me arropaba ... en la cama por la noche, insistía en que hubiera una luz nocturna tranquilizadora en algún lugar de la habitación para mantener a raya a los coyotes que aullaban, tanto reales como imaginarios. Aquellas noches que intuía que mi madre se sentía especialmente generosa, incluso le pedía que dejara una luz encendida en el pasillo con la puerta abierta. Esto ocurría durante las largas noches de invierno del norte de Canadá, cuando el sol se hundía en el horizonte desde su arco perezoso alrededor de las cuatro de la tarde y no volvía hasta que yo ya había estado en la escuela durante una o dos horas al día siguiente. Es un miedo que acabó desapareciendo cuando me hice mayor, pero que recientemente ha vuelto a perseguirme.
La regresión a la edad infantil se produce cuando alguien vuelve a un estado mental más joven. Este retroceso puede ser solo unos pocos años más joven que la edad física de la persona, pero en mi caso parece haber saltado varias décadas, y en el proceso parece haberse deformado y haberse convertido en algo inverso.
Mi miedo ya no es apagar las luces, sino encenderlas.
Ahora me cuestiono casi todas las tareas domésticas mundanas y los quehaceres. Puede ser cuando estoy a punto de encender el hervidor de agua, hacer la colada o intentar averiguar cuál es el mejor momento para encender el lavavajillas para que mi familia tenga suficientes platos para la cena. Es una neurosis continua que se ha convertido en un tenso viaje en taxi en un país extranjero en el que tratas de no llamar la atención mientras observas el contador con el rabillo del ojo, esperando que no esté trucado.
Al principio intenté adaptarme al sistema de puente, valle y llano, seguramente para consternación de mis vecinos, ya que el ciclo de centrifugado les acompañaba en sus sueños. Pero ahora, la actual crisis energética ha hecho que este sistema quede incluso obsoleto, con fluctuaciones cada vez más violentas que ya no coinciden siempre con el sistema de semáforos que se había introducido a bombo y platillo. Esto obliga al consumidor a tener que consultar cada día la página web de la Red Eléctrica Española si quiere saber exactamente cuándo será más barata la electricidad que alimenta su día a día.
Imagina que entras en un bar a mediodía y te tomas una caña. Satisfecho con el servicio y el pincho de tortilla que recibes, vuelves al día siguiente a ese mismo bar y pides lo mismo. Al terminar, pones el dinero en la barra y el camarero te dice que el precio se ha duplicado. Asombrado, le recuerdas que ayer estuviste allí y pagaste la mitad y te dice que eso fue ayer, hoy es hoy. Entonces coges la carta y ves que el precio que aparece no coincide con el que habías pagado el día anterior tampoco y vuelves a cuestionar al camarero y te dice que ese era el precio cuando imprimieron la carta. Eso era antes, esto es ahora.
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