La película 'No mires arriba', una sátira sobre el impacto aniquilador de un cometa sobre la Tierra, ha sido interpretada como una ajustada descripción de alguno de los males de nuestro tiempo: unos políticos que no quieren escuchar a los científicos que les advierten del ... peligro y una sociedad que tampoco quiere mirar al cielo y enterarse de que el cometa está a punto de destruir el planeta. La película se puede ver como una metáfora del cambio climático, pero también aplicarse a muchas otras situaciones. Por descontado, muchos no creeremos que el cambio climático es una amenaza seria hasta que una riada se lleve por delante nuestras casas.

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Circula más información que nunca en la historia de la humanidad, pero nos apuntamos a las teorías conspirativas porque son más cómodas y más divertidas. ¿En qué si no se basa el movimiento antivacunas? Para algunos vale más el bulo difundido por un amigo a través de wassap que 200 años de ciencia aplicada al desarrollo de las vacunas.

Sospechamos de quienes nos dicen la verdad porque es desagradable y aburrida, y encumbramos a granujas con carisma. ¿Qué otra cosa es el político de la semana, Boris Johnsson, el divertido primer ministro inglés? Un acreditado mentiroso que logró engatusar a su país y a su partido porque supo alimentar su xenofobia y convencerles de que el Brexit devolvería la vieja gloria a Gran Bretaña.

Pero no nos vayamos tan lejos. Aquí al ladito, en Badajoz, tenemos un engatusador de libro: el dueño del Club Deportivo Badajoz. Llegado como el rey Midas para salvar el club, convenció al Ayuntamiento, a la Junta de Extremadura y a la afición de que era un benefactor desinteresado y deseoso de invertir su dinero en la ciudad. Ni siquiera su entrada en la cárcel, acusado de defraudar a Hacienda, desengañó a una parte de los aficionados, que hasta hace dos días le adoraban. ¿Tan ciegos estamos que nos dan el timo de la estampita y aplaudimos al timador?

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Al Ayuntamiento de Badajoz estuvo a punto de dárselo con la cesión de los terrenos anejos al Vivero. Solo la desconfianza en última instancia de algunos funcionarios y de los alcaldes Fragoso y Gragera ahorró a la ciudad la consumación del timo. Una operación/regalo que hubiera sido un desastre, pero en la que muchos aficionados y también algunos políticos solo veían ventajas. Ya fabulaban con el Badajoz en Primera División y el Nuevo Vivero transformado en un nuevo Santiago Bernabéu.

Los lectores de HOY recordarán el enfado de Joaquín Parra porque este periódico informó de las condiciones del convenio y pidió algo tan obvio como que hubiera claridad. Nada más: transparencia en un contrato que sospechosamente no se quería facilitar a la prensa.

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Quizá a todos nos gusta que nos engañen, que nos digan que nos quieren, aunque sea mentira. Pero no conviene que toda una ciudad o un país se dejen embaucar por líderes que saben conectar con los anhelos de los ciudadanos y son hábiles escondiendo sus verdaderos intereses. El mundo está plagado de ellos. Tal vez hay que desconfiar de los carismáticos, de los inexplicablemente generosos; de aquellos que mientras nos emboban prometiéndonos la luna nos meten la mano en el bolsillo para robarnos. No solo miren arriba; miren alrededor con atención y no se fíen de los populistas. Son encantadores pero siempre engañan.

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