Fernández Vara tras intervenir la noche electoral en la sede regional del PSOE. Arnelas
Análisis

Abandono en primavera

Vara confió en su gestión y mantuvo hasta el final su estilo de hacer política, pero en el clima de polarización el votante cambió de bando

Pablo Calvo

Badajoz

Domingo, 4 de junio 2023, 07:41

Decía García Márquez que la vida no es lo que uno vive, sino cómo lo recuerda. Es decir, cómo se sienten las cosas que suceden. La noche del pasado domingo, Guillermo Fernández Vara sintió que había sido derrotado en su forma de hacer política. Su ... diagnóstico fue el correcto, y su duelo contagió al resto del partido, incapaz de reaccionar ante un resultado para ellos inesperado. La convocatoria de elecciones generales, unida al vértigo del PSOE extremeño de verse descabezado de la noche a la mañana, y el paso de las horas que aconseja construir un relato para el resto de la legislatura, porque efectivamente no se mira igual al adversario político si se ha ganado que si se ha perdido, y el PSOE ganó el 28-M, llevó a ese cambio de actitud que no parece que pueda evitar que María Guardiola se convierta en la próxima presidenta de la Junta.

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Los socialistas extremeños confiaron todo a que la figura de un político sin salidas de tono y con guiños al centro ideológico, lo que le había funcionado en 2015, sería suficiente para amortiguar el rechazo al 'sanchismo'. El mensaje era que Guillermo no es Pedro, aunque compartan partido, y eso evitaba un trasvase grande de votos de un bloque a otro, que al final sí se ha producido porque el PP consiguió convertir el 'efecto Sánchez' en el 'defecto Vara'.

Tampoco sería lógico echar toda la culpa de la pírrica victoria a factores exógenos, y no tener en cuenta el propio desgaste de quien ha sido candidato del PSOE por quinta vez. Vara optó por mantener hasta el final su estilo de no alentar la confrontación, ni contra sus rivales ni dentro del PSOE, convencido de que los buenos números del paro o el liderazgo en industria verde de una región que nunca ha sido primera en nada serían reconocidos. Pero eso condujo a una campaña adormecida, en la que la estrategia de no dar foco a Guardiola también evitó que se le hayan podido ver sus posibles y lógicas carencias como candidata novata.

Guardiola debe surfear sus dos primeras olas: saber que Extremadura es moneda de cambio y gobernar con Vox

El PP gobernará Extremadura como premio de consolación. Feijóo ha dejado ver que dentro del tablero electoral, nuestra comunidad es un trofeo menor que estaba dispuesto a sacrificar para conseguir otros más golosos donde los populares sí han resultado la lista más votada. La suma con Vox se le ha convertido al PP en un problema para cuya solución se está construyendo el relato adecuado. Guardiola tiene ante sí las dos primeras grandes olas que debe surfear: sentirse moneda de cambio para Génova y, llegado el caso, desdecirse de su discurso de no tener consejeros de Vox. De como vaya gestionando estas contradicciones políticas dependerá si es capaz de aprovechar la ocasión y convertirse en una Ayuso o en un Moreno Bonilla, que tampoco ganaron la primera vez que gobernaron.

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Con todo, el mérito de la política cacereña si se convierte en la primera mujer presidenta de la Junta es extraordinario, diez meses después de asumir las riendas de un partido donde ni siquiera era referente.

Los populares han sabido leer mejor la importancia del voto municipal en las grandes ciudades hasta el punto de arriesgar con Gragera en Badajoz, que ha acabado por ser decisivo también para la Junta, mientras que los socialistas, por el contrario, han dejado pasar señales inequívocas del creciente desapego como los entusiastas aplausos que recibieron las palabras de Landero el Día de Extremadura.

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Enfrascados en la jornada electoral se nos fue Antonio Gala. Clara Montes musicó como nadie sus poemas de amor como el de 'Tú me abandonarás en primavera'. Llegado el momento de las trincheras, con la polarización de la política que ha promovido el PP y la errónea nacionalización de unas elecciones autonómicas, los electores eligieron cambiar de bando en un periodo que se impone el voto emocional. Abandonaron al PSOE de Sánchez y de paso también a Vara.

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