¿Qué ha pasado hoy, 22 de febrero, en Extremadura?
Concentración sindical el pasado viernes por la seguridad en el trabajo. PAKOPI
Análisis

Se agranda la brecha social

La distancia entre quienes coquetean con el lujo y quienes no llegan a fin de mes, pese a trabajar, ha crecido desde la crisis de 2008

Pablo Calvo

Cáceres

Domingo, 30 de abril 2023, 08:07

Extremadura tiene la tasa de paro más alta del país; también tiene la mayor tasa de pobreza entre las comunidades autónomas; y a esto se ... añade en las últimas fechas una inflación en los alimentos que ha llegado al 19%. Con estas tres notas económicas uno podría pensar que la región se encuentra poco menos que al borde del colapso, pero estas estadísticas conviven de forma contradictoria con un estado social que a lo sumo ofrece incertidumbre, pero no crispación, y por eso el último ascenso del paro se ha debido en gran parte al aumento de la población activa, es decir, al pensamiento de que se puede encontrar empleo. Es cierto que las hipotecas se han frenado por la subida de los tipos, pero después de un 2022 muy al alza; y tras un ejercicio pasado de consumo de venganza, encontramos sectores que lamentan la falta de trabajadores, tanto en la parte cualificada como en la hostelería o el campo. Un simple paseo, esa sociología a pie de calle, es capaz de ofrecer una imagen distinta a la reflejada al comienzo.

Publicidad

No es algo realmente nuevo ni una característica particular de Extremadura. Los corresponsales extranjeros a menudo han mostrado su perplejidad con el hecho de que los índices de paro que habitualmente ha registrado España, los peores entre los principales países europeos, no se compadecían con el modo de vida que luego ellos mismos podían observar. Que el país no estuviera pese a los indicadores económicos de ciertos momentos al borde de una revuelta social suponía para su entendimiento un misterio; que se llenaran terrazas, playas y campos de fútbol, un milagro.

La pervivencia de una tupida red familiar que caracteriza a la sociedad española, al contrario de lo que sucede en otros países más desarrollados; el componente rural de una población más pegada al territorio; y la economía sumergida que aún se desenvuelve con relativa facilidad, ayudan a explicar esas dos caras de una misma moneda muy típica de la sociedad española de la que forma parte Extremadura.

La fragilidad de lo que antes fue o aspiraba a ser la clase media ha crecido y nos hace más débiles como sociedad

Sin embargo, las estadísticas están ahí, no salen de la nada. Y lo que nos ponen de manifiesto es al menos una conclusión: la brecha social cada día es mayor, algo que también se empieza a notar en esta región sin necesidad de tener grandes urbes. La distancia entre quienes gozan de unos ingresos que les permiten no solo vivir bien, sino coquetear con el lujo, y quienes por el contrario no llegan a fin de mes, a veces pese a tener un empleo, esa condición que antes transfería por sí misma seguridad y dignidad, ha ido en aumento desde la crisis del 2008.

Publicidad

Ahora sabemos que una de las consecuencias de aquel periodo ha sido la reducción de los hogares de clase media, y que nunca como antes en la historia reciente ha existido tanta distancia entre unos grupos sociales y otros, los que pueden consumir en restaurantes estrellados y quienes forman parte de las colas del hambre, que también existen en las ciudades extremeñas. La fragilidad de lo que antes fue o aspiraba a ser esa típica clase media es mayor que nunca, y eso nos hace más débiles como sociedad en conjunto.

Las distintas subidas del salario mínimo y los anuncios, al borde de las elecciones y que tardarán en fraguar, de poner más vivienda asequible al alcance de toda la población son medidas orientadas a volver a dar músculo a esa parte de la sociedad que se ha empezado a sentir desenganchada del ritmo al que avanza su entorno, y para la que el coste energético o cualquier imprevisto resultan problemas difíciles de resolver cada mes.

Publicidad

No se trata de reprochar a estas alturas que haya ricos, aunque por supuesto se deba abogar por la justa redistribución de renta; se trata de conseguir que los que son pobres dejen de serlo, y ahora también que quienes no lo eran, no lo sean.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.

Publicidad