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David Sánchez abandona los juzgados de Badajoz en coche el pasado jueves. HOY

El hermano de Sánchez

Las personas no tenemos la culpa de ser quienes somos, pero si lo eres, conviene disipar todas las dudas sobre lo que uno hace

Pablo Calvo

Badajoz

Sábado, 11 de enero 2025

David Sánchez Pérez-Castejón tenía la costumbre de aprovechar el momento del desayuno para repasar ofertas de empleo acorde con su formación musical. Un día, cuando seguía ese rito matinal mientras residía en Milán, encontró la que anunciaba una plaza de coordinador de conservatorios convocada ... por la Diputación de Badajoz. Pese a lo alejado que podía estar ese nuevo entorno de lo que hasta entonces había sido su modo de vida, que le había llevado a vivir en grandes ciudades, incluida San Petersburgo, le pareció una oportunidad para desarrollar su proyecto de conectar desde la fase temprana a los jóvenes músicos con el mundo de la ópera. Y, después de todo, como le dijo a la jueza Beatriz Biedma, le gustaba el Alentejo portugués.

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Hasta aquí, de forma resumida, lo que le contó el jueves de un modo zigzagueante y con dificultades de memoria a la titular del juzgado de instrucción número 3 de Badajoz, que se lo dijo claro desde el principio de la comparecencia: usted está aquí porque parece que le han creado un puesto de trabajo a su medida (por ser quien es).

Es cierto que las personas no tenemos la culpa de ser quienes somos, hermanos, hijos, padres o exmaridos, pero hay una premisa indiscutible: cuando eres lo que eres, las exigencias de apariencia deben cuidarse hasta disolver cualquier posible duda.

El propio David Sánchez, que comenzó a trabajar en la Diputación de Badajoz cuando su hermano ya había intentado ser dos veces presidente del Gobierno por el PSOE, ha despreciado hasta esta semana, cuando ha debido comparecer ante la jueza, explicar estos detalles de su interés por trabajar en Extremadura, o el modo en que estaba ejerciendo sus tareas. Alguien debería haberle hecho ver en todo este tiempo que, siendo quien es, le habría ayudado mucho que se visualizara que de verdad se estaba ganando su sueldo.

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La pista del dinero que le ha llevado ante la jueza Biedma ya no mereció ninguna pregunta durante hora y media

Esas dudas son las que trata de resolver la jueza Biedma, en un proceso judicial que se podía haber celebrado, digamos, hace seis años si de lo que se tratara es de aclarar si hubo tráfico de influencias. Pero eso, ni siquiera en estos tiempos, es suficiente para hacer titulares que sienten a alguien en el banquillo de los investigados, y menos aún para el despliegue mediático que se vio a las puertas del Palacio de Justicia.

Sigue la pista del dinero, le decía 'garganta profunda', la principal fuente del Watergate, a los periodistas del Washington Post que lograron que el presidente Nixon dimitiera. Desde entonces, ese ha sido el camino empleado para conseguir cerrar, unas veces, investigaciones periodísticas realmente importantes, y, muchas otras, para armar informaciones líquidas y argumentarios políticos de pasar el día, pero suficientes para despertar el interés, no solo del público sino también de los jueces.

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Así ha sido en el caso del hermano del presidente del Gobierno, cuyas sospechas de ser un defraudador fiscal por vivir a menos distancia de su lugar de trabajo que la mitad de los madrileños, y de haberse enriquecido de forma ilícita, tras un error infantil en su declaración de bienes, acusaciones mayores en cualquier caso, ya no merecieron la atención de la jueza Biedma cuando tuvo delante durante hora y media a David Sánchez.

Pero eso ya da igual. Porque ahora de lo que se trata es de averiguar si, efectivamente, la entonces diputada de Cultura, Cristina Núñez, tuvo la inspiración de recuperar la figura de un coordinador de conservatorios que nadie había pedido, y si el hermano del hoy presidente del Gobierno vio por casualidad, aquella mañana, la oferta de trabajo en su ordenador, y la tomó como una forma de desarrollar sus ideas profesionales mientras seguía alejado del foco familiar, tal vez por su propio carácter. Puede que todo sea como lo contaron el jueves, pero hay guiones de Almodóvar más fáciles de creer.

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