![Las humillaciones de Feijóo](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/07/08/mitipp_20230708213933-RxhMnAGje87ZoqG7UE9yrlO-1200x840@Hoy.jpg)
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Alberto Núñez Feijóo volvió a arrancar su campaña electoral en Badajoz y desde el PP extremeño se pidió lógicamente el voto para él con el enfoque de que es bueno «completar el cambio» que se ha iniciado con la inminente llegada de María Guardiola a ... la Presidencia de la Junta. De la literalidad del cambio se da por hecho que Feijóo no tendrá inconveniente en incluir a Vox en su gobierno si el 23-J le salen las cuentas.
El político gallego va amasando esta posibilidad de contar con ministros de ultraderecha con el relato de que será el PSOE el que le obligará a ello por no dejar que gobierne la lista más votada. Por esa misma regla tan tramposa, Pedro Sánchez podría esgrimir que se ha tenido que apoyar durante esta legislatura en los nacionalistas vascos y catalanes porque el PP votó contra su investidura y no ha aflojado, todo lo contrario, en su oposición posterior. Pero ya sabemos que las elecciones no se ganan con los datos, sino con las emociones, y para asegurarse el voto emocional se trata de encontrar el mensaje más eficaz, que no necesariamente tiene que coincidir con la realidad. Y aunque no es nuevo entre la clase política, Feijóo es un alumno aventajado en defender para sí lo que no practica con los otros, como permitir el cambio de gobierno en Extremadura cuando el PP no fue la lista más votada.
El interés mostrado hasta ahora por el presidente del PP por nuestra región es muy limitado. Por el contrario, al menos se contabilizan cuatro ocasiones en las que sus argumentos o decisiones han supuesto una especie de humillación para los populares extremeños de María Guardiola.
Primero con su desdén por gobernar la comunidad a cambio de poder retener otros territorios donde el PP fue el más votado; luego cuando forzó el rumbo marcado por Guardiola de celebrar nuevas elecciones y obligó a incluir a Vox a costa de acabar con la credibilidad de su candidata; el mismo día que ella se inmolaba públicamente se permitía decir que la palabra dada es clave en los principios políticos que él defiende, sin olvidar tampoco su reproche en horario televisivo de máxima audiencia cuando aseguró que la reacción de Guardiola había sido «inadecuada»; y la cuarta y de momento última humillación hacia el PP de la región es la que se adivina si permite que Murcia tenga la oportunidad de unas segundas elecciones para no gobernar con Vox, que ha logrado el 18% de los votos en la comunidad murciana frente al 8% en Extremadura.
No, no se puede decir que las decisiones de Feijóo hayan tenido muy en cuenta a su partido en la región, pese a las sonrisas y aplausos que lógicamente le brindan los militantes y dirigentes cada vez que viene por aquí. Este proceder no resulta muy esperanzador para nuestra Extremadura en el caso de que llegue a la Moncloa. Ojalá los hechos si finalmente gobierna tras el 23-J nos quiten la razón y doble, por decir un ejemplo, las inversiones en el tren extremeño que tanto abandonó el anterior presidente del PP, Mariano Rajoy, y cuyas consecuencias aún padecemos.
Con la posible entrada de Vox en el gobierno de Feijóo se acabará por normalizar la presencia de la extrema derecha en las instituciones. Al poco de llegar a la presidencia del PP, el político gallego dejó hacer en Castilla y León, primera comunidad en la que entró el partido de Abascal, con la justificación de que se había encontrado el pacto hecho. Tras el 28-M se ha podido comprobar que solo fue una excusa y que los análisis que le situaban alejado de la órbita más derechona de Pablo Casado estaban equivocados o, en cualquier caso, se ha acabado por imponer el pragmatismo de conseguir poder territorial de cualquier modo.
Si Vox entra en la Moncloa tras las próximas elecciones será porque así lo quiere Feijóo, sin más falsas justificaciones, y porque a sus militantes tampoco parece importarles que el partido ultra marque la política de este país y de esta región.
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