Acto de protesta de trabajadoras sociales el pasado viernes en Mérida J.M.ROMERO
Análisis

Tragedia y prevención

La muerte de la cuidadora Belén Cortés debe actuar como punto de inflexión para revisar el actual sistema de acogida de menores con delitos y mejorar las condiciones de los trabajadores que se ocupan de ellos

Pablo Calvo

Badajoz

Sábado, 15 de marzo 2025

La muerte de Belén Cortés, ocurrida la noche del pasado domingo en un piso tutelado de Badajoz, con participación presuntamente de dos menores, de 14 ... y 15 años, ya es irreparable, pero, como es frecuente con los sucesos de gran impacto social, y este claramente lo es por los protagonistas, la víctima y el modo en que, según se va conociendo, han sucedido los hechos, tendrá al menos la virtualidad de marcar un antes y un después para que se revise si el modo en que la sociedad y el legislador enfrentan el espinoso problema de los menores con causas judiciales es el más adecuado en cuanto a recursos, evaluación o cumplimiento de las penas, entre otros ángulos.

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Pero, además, el tipo de suceso también ha puesto el foco sobre un aspecto que hasta ahora había pasado mucho más desapercibido para todos, como son las condiciones de precariedad laboral y de inseguridad en las que los cuidadores de estos menores con problemas, pero sin apenas medidas restrictivas y sin vigilancia por tanto, se ven obligados a desempeñar su trabajo diario. Como la familia de Belén resumió días atrás en una carta pública, escrita en un tono encomiable, que el luto se convierta en conciencia y la tragedia en prevención.

A raíz de la muerte de Belén, se ha conocido que el Ministerio de Juventud e Infancia lleva trabajando desde hace unos meses en un nuevo decreto que regule de forma más adecuada el sistema de acogida de menores, con el fin añadido de hacer un seguimiento más exhaustivo del modo en que las empresas concesionarias llevan a cabo estas tareas. Una de las noticias que más ha sorprendido tras el trágico suceso de Badajoz es conocer que esta labor tan compleja, con adolescentes que han incurrido en delitos, se encuentra privatizada, y el seguimiento por parte la administración es escaso más allá de la licitación y adjudicación del servicio.

El suceso ha puesto el foco en un aspecto olvidado hasta ahora: la inseguridad de los trabajadores

A la luz de lo sucedido, resulta evidente que el sistema falló de manera estrepitosa en la evaluación de los dos menores supuestamente implicados en la muerte de la cuidadora, especialmente de uno de ellos, del mismo modo que faltó rapidez de actuación para modificar sus condiciones de acogida desde el momento en que su comportamiento era tan notoriamente negativo, con fugas, amenazas y robos varios. Resulta muy complicado de entender que con los antecedentes acumulados por los menores en las horas previas al homicidio, incluido el consumo de drogas que lógicamente alteran el comportamiento, no se actuara de forma más contundente y, por el contrario, se optara sin más por mantener una persona a su cuidado. Y, sin embargo, lo más inquietante es que episodios similares ocurridos con otros menores en otros momentos han tenido respuestas parecidas por parte del sistema de acogida, aunque afortunadamente no hayan tenido un final tan dramático como el de hace siete días

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Las distintas estancias políticas y judiciales han reaccionado durante esta semana con reuniones de urgencia y pronunciamientos bienintencionados con el fin de calmar a la sociedad y a colectivos tan directamente implicados como los trabajadores y cuidadores sociales. Nunca es aconsejable, aunque a veces se haga, legislar en caliente, ni es posible incluir en el Código Penal todas y cada una de las acciones del ser humano, capaz de lo de mejor y de lo peor, como sabemos. No se trata de una cuestión sencilla, y la prueba es que el decreto en el que se trabaja apuesta por fomentar la atención en equipamientos más pequeños o entornos familiares como los pisos tutelados en los que ha ocurrido la muerte de Belén, y prescindir cada vez más del modelo de macrocentros de internamientos, tipo Marcelo Nessi, cuyo papel en el suceso de Badajoz, sin embargo, hemos echado en falta.

Cuál es el mejor modo de reeducar a adolescentes que pueden superar los momentos difíciles, pero también reincidir en ellos e incluso agravar su comportamiento delictivo, merece en definitva una atención profunda para que hechos similares no puedan volver a producirse.

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