En cinco semanas se comprobará la importancia que tiene Leganés, si la estación madrileña donde el jueves se volvió a ver el vagón en llamas ... de un tren extremeño supone el punto de partida de algo. De momento, ese regreso a imágenes tan lamentables con las que ya nos asocian en el resto del país, por más que las estadísticas digan que las incidencias se han reducido desde que Renfe se tomó mínimamente en serio el mantenimiento de nuestros trenes, ha supuesto esta semana un soplo de aire fresco para el PP extremeño, que da síntomas de que la campaña electoral, aún sin empezar, se le está haciendo un poco larga.
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La necesidad de María Guardiola de darse a conocer la metió de lleno en algo muy parecido a una precampaña desde el pasado verano, hace ya nueve meses, y algunos de los mensajes en los que insiste, como la bajada de impuestos, han perdido gancho por repetidos. Del mismo modo, la líder del PP cada vez se ve más comprometida a resolver la incógnita de si contará con Vox en el caso de que puedan formar un hipotético gobierno.
Hasta ahora, su estrategia de sumar todos los apoyos posibles desde posiciones más centradas, para quedarse con el votante de Ciudadanos y atraer incluso a desencantados del 'sanchismo', parece haber tocado techo según las encuestas, insuficiente en todo caso para poder volar solos como sería el deseo de una Guardiola que tiene sus propias llamas internas en el partido, particularmente en la capital de Badajoz, descapitalizada en este nuevo PP.
El PSOE de Fernández Vara le ha achicado mucho ese espacio de centro y, al otro lado, Unidas Podemos está demostrando tener por ahora una base electoral sólida, en torno al 7%, lo que aleja el escenario que no se descartaba hace unos meses de que pudiera quedar fuera de la Asamblea de Extremadura.
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Cada día parece más claro que nos acercamos a unas elecciones con dos bloques muy definidos, entre los que apenas existe trasvase de votos, de modo que las oscilaciones en los apoyos se producen dentro de cada segmento. Las sumas PSOE/Podemos, por un lado, y PP/Vox, por el otro, se mantienen casi inalterables, aunque seguirá siendo muy importante para la forma y el alcance de posibles pactos y coaliciones futuras la cantidad de diputados que aporte cada fuerza. De ahí la indisimulada satisfacción mostrada en los últimos días por los socialistas con la encuesta que les eleva hasta los 31 escaños, a dos de la mayoría absoluta.
En cualquier caso, las diferencias entre esos dos bloques no son tan grandes como para que no haya que estar atentos a lo que se suceda en el mes y pico que falta hasta el 28-M. Una chispa, como la que hizo prender el vagón de tren en Leganés, siempre puede desencadenar movimientos imprevistos y resucitar hartazgos en una población que ha capeado mejor de lo que se esperaba el invierno económico y ha demostrado durante la pasada Semana Santa que tiene confianza en el presente; además, Extremadura es una región donde el problema de la vivienda no resulta tan acuciante como puede ser en las grandes urbes.
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El debate del ferrocarril, sin embargo, se convirtió hace tiempo en una cuestión más emocional que racional porque entronca con la autoestima y la dignidad herida de los extremeños. Muy herida. Aunque ya se vean en las estaciones las líneas electrificadas que comenzarán a funcionar en pocos meses por primera vez en la historia del tren extremeño, y que cualquier acercamiento indique que la situación no se puede comparar a la anterior del 2019, dos 'leganés' seguidos puede alterar el estado de ánimo y hacer saltar cualquier campaña.
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