Lo de la hipoteca del pisito sin puertas tuvo su aquel. Recién firmada ante notario, el director de la sucursal del banco, Paco Caro, un tío enrollado y guay, nos llevó a su oficina y nos puso sobre la mesa un seguro de vida de ... doscientos euros mensuales. Pero nosotros ya teníamos nuestra casa y le dijimos que nanay. De pronto Caro se desenrolló y se volvió de cera. A partir de entonces, cada mes nos damos un capricho de doscientos pavos –una cena cara, un finde en un spa– en el que brindamos por Paco Caro y nos reímos del capitalismo salvaje como si fuéramos los millonarios que no somos. Ahora me entero de que han despedido a miles de empleados de su banco porque no han cubierto el codicioso objetivo de beneficios de sus patronos. También a él. No duermo pensando en Paco Caro, penúltima víctima de este perverso sistema. Pero seguimos brindando por él todos los meses.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.