
Pájaros enjaulados
CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO
Sábado, 20 de febrero 2021, 09:23
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CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO
Sábado, 20 de febrero 2021, 09:23
El rap no es lo mío. El sonido etéreo de Johnny Hodges haciendo un solo sobre una melodía de Duke Ellington, el frenético punteo de ... Buddy Guy o la sincera exhortación de 'respetarte a ti mismo' de Mavis Staples son todos ejemplos de música negra que no puedo concebir mi vida sin ellos. Sin embargo, el rap nunca me resonó. Puedo apreciarlo desde una perspectiva sociológica y reconocer el papel crucial que ha desempeñado en la comunidad negra a lo largo de su lucha en curso, pero no me golpea de la misma manera que Billie Holiday, cantando sobre las frutas extrañas balanceando en los árboles en la brisa sureña del EE UU.
Pero una cosa es no gustar y otra es ser procesado por ello.
Hay ciudades que arden de noche en España por las palabras de una 'artista' que ha sido enviado a prisión por elogiar a los terroristas e incitar a la violencia. Mensajes que no tienen cabida en una democracia moderna. Sin embargo, lo que no puedo entender es que también ha sido multado por insultar una idea medieval. Es algo sacado directamente de Monty Python o una película de Mel Brooks, y sería tan cómico, si no fuera tan serio. Si un trabajo hereditario no fuera lo suficientemente atávico, multar a alguien por el equivalente a garabatear en las paredes del baño es antediluviano. Es tan absurdo como llevar a un nigromante a los tribunales porque te dieron los números de lotería incorrectos. Es un salto ciego a un pasado muy oscuro.
Parafraseando a Salman Rushdie, un hombre que sabe un par de cosas sobre creencias medievales que afectan sus libertades, la creatividad no solo necesita libertad para prosperar, sino la propia asunción de libertad. Si un artista se preocupa por si será multado o incluso encarcelado por su trabajo en el futuro, entonces no es libre hoy. Si hay un clima de miedo con respecto a lo que puedes hacer, crear o decir, entonces su arte no estará moldeado y determinado por sus talentos sino por el miedo.
La censura está en auge, y no solo proviene de coronas fantasiosas, poderes judiciales conservadores o islamofascistas. Los grupos de interés, los grupos religiosos, los guerreros de género, los antitaurinos y las universidades con 'áreas seguras' son todos culpables de intentar sanear los debates y el pensamiento censurándolo por completo. ¿Y para qué? ¿Por miedo a decir que el martillo de Thor solo existe en las películas de Marvel, por miedo a herir los sentimientos de alguien? Esta autocensura no solo sofoca la creatividad, sino que también lleva las ideas más locas a rincones oscuros y fétidos, lo que les permite multiplicarse en lugar de exponerse a la luz cegadora de la razón y la verdad. Si lo que dijo el rapero fue falso, confróntelo con hechos, no con jueces.
Blasfemias, duendes e injurias a la corona pertenecen a los cuentos de hadas y no tienen cabida en los códigos legales. Puede que no me guste el rap, pero parece que necesitamos escuchar al gran hombre de Jamaica y Levántate, ponte de pie, de lo contrario, el cambio prometido por Sam Cooke nunca llegará.
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