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No hay nada más español que un cartel de Ferrovial en el extremo de un 'descampao' de cualquier ciudad anunciando una obra pública. Con excepción del toro de Osborne al borde de las carreteras, se trata de una marca España de manual, que ahora nos ... ha birlado Países Bajos gracias a que a la Unión Europea gusta de tener mucha unidad económica, pero ninguna fiscal.
A eso y a la voluntad de quien ha logrado ser la tercera fortuna nacional, Rafael del Pino junior, con la acumulación de adjudicaciones de cualquier administración.
Dicen que la huida de Ferrovial con su cambio de sede social apenas tendrá repercusión en las arcas del Ministerio de Hacienda, pero el impacto negativo para la imagen de España y su economía, y por tanto para el actual Gobierno, es profundo, de ahí que el propio Pedro Sánchez haya salido a embestir con fuerza contra ese traslado. Pero quién dijo que el dinero tuviera patria alguna vez; otra cosa es tener ideología, que de eso sí tiene.
En realidad, la estación término del viaje de la empresa española es Estados Unidos, donde pretende cotizar en Bolsa y donde ya cuenta con muchos trabajadores. Si ese paso le debe llevar necesariamente como fase intermedia a Países Bajos no ha sido bien explicado todavía (más allá de que es lo más parecido a un paraíso fiscal que se permite en la UE), pero su deseo de adquirir peso en Estados Unidos tiene, sin ironía, tanto sentido como el hecho de que una empresa norteamericana levante a su vez en otro 'descampao' de Trujillo una fábrica de diamantes sintéticos.
Tiene que ver con la nueva localización de inversiones y la reubicación de toda la cadena de suministros que trata de ser menos dependiente de China y Asia en general, plan en el que está volcado el Gobierno de Biden dentro de su estrategia mundial tras los estragos sobre el comercio de la pandemia.
A ese olor del dinero (y deben oler mucho los 500.000 millones de dólares de los que hablan con el plan Biden de reforzamiento de su cadena de producción) acude Del Pino.
Como dicen los taurinos, Extremadura también puede tocar pelo, o ya lo está haciendo, dentro de este proceso de nueva globalización al que asistimos y que apunta hacia un nuevo frente común entre Estados Unidos y Europa contra China. Por ese mismo motivo de generar polos distintos a Asia, la californiana Diamond Foundry elige finalmente fabricar sus semiconductores en la vieja Europa, y dentro de ella, allí donde más facilidad encuentra para disponer de suelo a bajo coste y energía renovable más barata, en lugar de dejarse vencer por los cantos de sirena llegados de forma insistente desde los estados árabes, por ejemplo.
Que Extremadura puede beneficiarse de este intento de la Unión Europea y USA de no ser dependiente del mercado asiático a la hora de producir parece cada vez más claro; también de la expansión de los inversores en suelo europeo, como la azucarera de Mérida, con promotor árabe, y la gigafactoría de la multinacional china Envision en Navalmoral, pues como en el caso de los diamantes, dan prioridad a las condiciones más competitivas de superficie y renovables que una región nunca industrializada ahora sí está en disposición de ofrecer.
Así pues, vemos que los carteles de Ferrovial no están tan lejos de esos otros que anuncian estos nuevos proyectos industriales en Extremadura, porque la posibilidad de hacer dinero, ya se sabe, acaba uniformando todo. Eso sí, necesitamos que los 'descampaos' se llenen por completo y que tras la primera piedra sigan muchas más, hasta olvidar bajo cuál de ellas se escondió el cofre de la inauguración. Con dinero norteamericano, árabe, chino o español, a ver si por lo menos los extremeños nos beneficiamos de las nuevas tendencias del dinero mundial, alejado de cualquier patria.
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