Pedir y no dar

DÍAS LEJOS DE LOS PERIÓDICOS ·

La tan cacareada solidaridad solo se aplica cuando es para poner a prueba al vecino, si es posible al del sur

CÉSAR MUÑOZ GUERRERO

Viernes, 26 de agosto 2022, 08:38

No contentos con su tradicional posición privilegiada, naciones europeas que se han caracterizado por no dar ahora se disponen a pedir. La tan cacareada solidaridad solo se aplica cuando es para poner a prueba al vecino, si es posible al del sur. Así han actuado ... en comandita países como Francia o los de Centroeuropa, que ante la coyuntura bélica están llamando a capítulo. La invasión rusa de Ucrania afecta a muchos, pero se ve que a unos más que a otros y las orejas de todos no tienen la misma disponibilidad para tirones. Que la paz continental haya sido el invento de nuestro siglo no quita que en Bruselas casi se pusieran de perfil cuando los vaivenes financieros golpeaban con más saña. El exclusivo club que no ha resuelto con genialidad problemas migratorios o pecuniarios de sus miembros más periféricos les exige ahora una diligencia que para sí habrían querido aquellos en otras situaciones. Juzgar la realidad de las relaciones internas de la Unión Europea por una crisis energética o la construcción de un gasoducto para paliarla sería un reduccionismo ventajista. No habrá conato de rebeldía, pues viajamos en un único barco y no rige la ley de la selva. Si la cosa se mueve por los cauces previsibles la ocasión será propicia para hacer notar que todos no medimos por el mismo rasero. Aunque se oye decir que desde la Europa del Norte se ve a España como un país de segundo orden en varios aspectos, siempre hay optimistas que recuerdan que el problema lo tienen ellos con su perspectiva. Una lección de la vida es que hay que tomársela con filosofía, que por cierto es una ciencia propia de maestros mediterráneos. Otra, que es peligroso ver en lo ajeno el defecto de lo propio. Remover conciencias es fácil si el motivo de la lucha nos atañe. Por eso el interrogante prioritario no es si prestar ayuda puntual al que menos suele necesitarla, sino lo incómodo contrario.

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El Gobierno, por su parte, sigue a lo suyo sin remedio. La prisa que le sobra a la hora de facilitar la existencia a los ciudadanos alemanes, le falta para pensar en hacer igual con los españoles. Y es que mientras el Ejecutivo avienta la obra de la tubería que solucione la papeleta a la locomotora de la Unión se olvida de los precios de una gasolina que ya es la más cara de nuestro entorno. Las sucesivas bajadas de las últimas semanas y la rebaja de 20 céntimos que funciona desde hace meses no están cambiando la dinámica. Si el tiempo que nuestros representantes gastan en insistir en las dificultades que esperan al principio del invierno lo echaran en afrontar las que perviven al final del verano sin duda lo agradeceríamos. Al haber elecciones en pocos meses hay quienes piensan que adelantando el mal se consigue que se pase antes, pero también se exprime la paciencia de una sociedad harta de sobresaltos. Tampoco está de más que de tarde en tarde haya una tregua. Es bueno que tengamos capacidad para generarlas por nuestra cuenta, a la vista de las escasas concesiones que se nos hacen en este sentido.

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