Se trata de una instalación física dotada de sistemas informáticos, sistemas de telecomunicaciones y de almacenamiento para el análisis y gestión de grandes volúmenes de ... datos mediante la inteligencia artificial generativa. Esta permite automatizar los procesos, optimizar el rendimiento y ofrecer información que puede ayudar a las organizaciones a conocer los problemas y oportunidades para la toma de decisiones de forma anticipada. Como característica principal es que son grandes consumidores de energía y requieren máxima eficiencia y seguridad en todo su funcionamiento, durante las 24 horas del día y año. Se puede decir que un CPD+IA de 50 MW consume lo que 50.000 hogares.
El ámbito espacial de estudio sería una amplia zona que abarca las ricas vegas del Guadiana y toda la comarca de La Serena como territorio de producción de energía fotovoltaica, hidroeléctrica y eólica. Aquí se dispone de terrenos adecuados, radiación solar y suficiente agua para una gran producción renovable a precios muy competitivos, así como de las subestaciones de Quintana de la Serena y Don Alvaro, operativas dentro de dos años. Por otra parte, goza de buena conectividad de fibra óptica y se encuentra en el recorrido o en conexión con las autopistas digitales entre Lisboa-Sines, Madrid-Valencia-Barcelona-Bilbao-Sevilla-Cádiz, gracias a la magnífica posición geoestratégica de la península ibérica, por donde entran y salen el 70% de las telecomunicaciones digitales entre Europa, América, África y Asia.
La ubicación del Centro de Datos con inteligencia artificial (CPD+DIA) podría ser en Mérida-Badajoz, o en Don Benito-Villanueva, un área de 65.000 habitantes y más cercana a la producción eléctrica. En las áreas rurales es más fácil acceder a la red y disponer de suministro eléctrico propio para autoconsumo de energía limpia, así como los gastos de terrenos, ampliaciones, autorizaciones, instalación y mantenimiento se reducen. Por lo que la instalación de un CPD de inteligencia artificial en estas zonas es muy eficiente, tanto para datos en frío –almacenamiento de archivos…–, como en caliente para los usuarios en una distancia de cien kilómetros con medio millón de habitantes, 200.000 hectáreas de regadíos y una importante industria agroalimentaria.
Lo que está claro es que no todos los CPD+IA tienen que instalarse en Madrid, Barcelona o Bilbao, adonde hay que llevar la electricidad. Es cierto que se quiere romper con esta tendencia y en esta línea se promueven en Aragón, Castilla La Mancha y otros emplazamientos, pero por qué no en Extremadura, la región más excedentaria de energía eléctrica de España. Para ello, el Gobierno tendría que incentivar la instalación de estas nuevas empresas en estas áreas rurales, así como las relacionadas con las energías renovables, el hidrógeno y sus muchas aplicaciones. También, sería muy conveniente establecer una reducción de la tarifa eléctrica y facilitar la radicación de las sedes fiscales.
El gran desarrollo de la digitalización de la economía y de toda la actividad humana, además de la tendencia de las empresas a externalizar sus servicios informáticos, requiere un enorme despliegue de estos centros, tanto a nivel mundial como en España, donde existen cerca de cien centros, pero solo tres o cuatro de más de 20 MW de capacidad. Destaca Madrid, que es un importante HUB de infraestructuras digitales, con grandes empresas como Nabiax o Data4 Group. Otros referentes más próximos son los proyectos de CCGreen de Ingenostrum en Cáceres, el de Talavera de la Reina (Toledo) de la multinacional Meta y el de Solaria y un grupo japonés en Puertollano (Ciudad Real). Los tres son unos extraordinarios proyectos luchando contra la burocracia y situados a unos 100-200 kilómetros de distancia del que proponemos, los cuales podrían ser complementarios o tener algún tipo de sinergias entre ellos. En efecto, la construcción de un gran CPD+IA sería en el área Don Benito-Villanueva, o en Mérida, con un objetivo escalable de unos 150 MW de capacidad, en una superficie de 40 hectáreas, que empezaría con 50 MW mediante energías renovables, sobre todo, de origen fotovoltaico con un total de 400 MW de potencia instalada propia. Dispondría también de un centro de almacenamiento en grandes baterías eléctricas de 150 MW de capacidad y una balsa de agua para refrigeración de los numerosos servidores, cubierta de paneles solares. Para mayor seguridad y como respaldo máximo, tendría dos tomas de las subestaciones próximas de Quintana y Don Alvaro, ambas en construcción. El consumo de agua no llegaría a un hm3/año, del canal de Orellana o del Zújar o de los grandes embalses cercanos. El presupuesto sería de unos 1.300 millones y crearía unos 250 empleos. Aunque no son muchos, además de ser de alta cualificación y bien remunerados, se relacionan con la economía digital y la inteligencia artificial que, por tratarse de tecnologías transversales e innovadoras, beneficiarían al sector primario, construcción, industria y servicios, haciéndolos más productivos y competitivos.
El prestigioso semanario 'The Economist' hace unos días eligió a España como el país de mayor crecimiento en 2024, entre todos los pertenecientes a la OCDE, con un aumento del PIB en torno al 3%. Extremadura, con un 2.5%, una vez más quedará rezagada y se alejará de la media de convergencia entre las regiones españolas. Creo que ya va siendo hora de que el Gobierno se tome en serio el problema de las desigualdades territoriales, si no quiere que el 80% del territorio nacional se abandone, aún más de lo que ya está. El progreso si no es compartido entre todos los ciudadanos, las consecuencias de todo tipo no pueden ser buenas.
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