Un personaje desbordante
ALBERTO GONZÁLEZ | CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Viernes, 29 de enero 2021, 07:47
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ALBERTO GONZÁLEZ | CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Viernes, 29 de enero 2021, 07:47
En la taxonomía humana, social, y política, hay personas, personajes, personajetes y personajillos. Su dimensión varía según lo que cada uno se cree que es, y lo que en realidad es.
Los personajetes y personajillos son contingentes, grises, fungibles; realidades de tono menor y pasajero ... con la única entidad que en un momento pueda conferirles un cargo o una circunstancia añadida desde fuera; el subtítulo en la tarjeta de visita. En política es lo normal: 'concejal', 'diputado', 'consejero' o lo que sea... que es lo único que lo identifica, porque sin el referente no son nada. Son los pechos que sin el vestido del cargo no existen. Los que cuando pierden el subtítulo de la tarjeta de visita se pierden en la oscuridad.
Las personas mejores, por el contrario, adquieren la entidad de sí mismos y se convierten en personajes por sus acciones, talante, modo de ser o condición. Destacan entre los demás y se hacen un nombre por lo que son. No necesitan de más aditamentos para ser reconocidos. Los títulos, cargos o empleos son «además» en su personalidad. Son los pechos que adornan el vestido.
Miguel Celdrán era de estos. Persona y personaje 'per se'. Alguien de perfiles tan acusados y personalidad tan desbordante que no necesitaba adornarse con cargos y títulos para destacar, ni poner nada en la tarjeta de visita para distinguirse, porque su identificación era él mismo. Prueba de ello es que desde mucho antes de ser alcalde de Badajoz ya era una de las figuras más populares, valoradas y apreciadas de Badajoz. Y cuando dejó de serlo, continuó tan activo en el protagonismo y aprecio social como cuando regía el Ayuntamiento.
Al comunicarme la noticia de su fallecimiento, uno de sus más íntimos amigos, y mío, me decía que ante la imposibilidad de asistir a su sepelio, que resultaría masivo en condiciones normales, había pensado organizar una misa reducida a la peña que desde hace muchos años formábamos. El problema, me decía, es que Miguel pertenecía a más de veinte peñas, y si nos juntamos todas seríamos quinientos.
De su carácter extrovertido y ocurrente; de su sentido común y honestidad para regir la cosa pública nada es preciso decir, porque su personalidad desbordante y su buen hacer habló por si mismo durante los ochenta años que Dios nos permitió disfrutar de su compañía y ocurrencias. Una sugerencia me permito elevar al Ayuntamiento: que se amplíe con generosidad el terreno humanizable de nuestra ciudad, para que pueda caber en él el Celdrán que tan humano fue y tanto quiso a Badajoz.
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