No, no me refiero a los 40 grados anunciados para la semana que viene, temperatura por cierto propia de este mes. Los calentones de este verano vienen por otro lado. Vienen de nuestra conexión ferroviaria con Madrid, que en los últimos días se ha parado ... tres veces porque los trenes no aguantan 'la caló'. Incidencias, lo llama Renfe (no sabemos cómo lo llamará nuestro ministro tuitero, pero yo lo llamo 'más de lo mismo').
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Y vienen también por el cabreo de las españolas y españoles al ver que nuestros representantes políticos siguen a lo suyo, enzarzados con la amnistía, el máster de la universitaria Begoña, mujer del 'cesar', que tiene todo el derecho a la presunción de inocencia, aunque sin olvidar que debe serlo y parecerlo. Los continuos ataques a la Justicia («respetamos las decisiones judiciales, pero…»), y mientras siguen pendientes los problemas reales de las personas reales. También por lo ocurrido en Francia, donde el 'calentón' de los votantes con los partidos tradicionales ha estado cerca de dejar al país en manos de la ultraderecha populista, y como los políticos galos no hayan aprendido la lección, será lo que ocurra a medio plazo. ¿Y lo de usar la crisis de los inmigrantes como arma arrojadiza? Eso sí, pactando que a Cataluña no vaya ni uno o dejan caer a Sánchez. ¿No es para provocar un caldeo que nos ponga a punto de fusión?
Lo que no es un calentón es el manifiesto de Cepyme 'Por la libertad de empresa'. Esto ha sido algo que se ha cocinado a fuego lento, añadiendo leña hasta llegar al hartazgo. Doy fe de ello como empresaria autónoma. Hostigamiento sin tregua, imposiciones, burocracia cada vez más farragosa, medidas que parten de la premisa de que yo, como empresaria, soy sospechosa y hay que controlarme, intervencionismo neosoviético, alza de costes laborales mientras disminuye la productividad del factor trabajo, etcétera. ¿No es para poner pie en pared y decir 'Basta ya'?
Todo ello tiene una protagonista, nuestra ministra de Trabajo, la inefable Yolanda Díaz, a la que su propio compañero de coalición, el coordinador federal de IU, Antonio Maíllo, acusaba hace poco de ejercer un «hiperliderazgo palaciego». Si sus socios dicen eso, imagínese quienes la sufrimos, porque ella ha decidido que somos 'el enemigo'.
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Porque la vicepresidenta irrumpe como el caballo de Atila, con la pose de una iluminada en posesión absoluta de la razón y que por ello no tiene nada que negociar. Solo un dato: en los últimos cinco años han cerrado más de 50.000 pequeños comercios en España. Tal vez sea su objetivo, un país sin empresas, donde emprendedoras como yo, no tengamos cabida.
Por eso, el Manifiesto de Cepyme no es un texto 'duro', como se ha calificado en algunos medios. Es más, creo que es hasta suave por el acoso que hemos padecido y seguimos padeciendo. Es un grito de auxilio, explicado en siete puntos, número mágico, que puede resumirse en una exigencia: que nos dejen trabajar para generar trabajo.
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El problema de raíz está perfectamente localizado, y no es el calor, sino el caldeo. Ahora solo cabe esperar que el presidente del Gobierno decida darle vacaciones sine die. Así, Yolanda podrá descansar, y nosotras seguir intentando crear empleo y riqueza con que mantener el Estado del Bienestar.
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