Era mi madre la que nos contaba cuentos a la hora de comer o por la noche para conciliar el sueño. Leía sentada al borde ... de la cama y era más fácil dormirse. Unas veces el enano saltarín, otras San José que iba a por leña y cuando regresaba se encontraba con un niño recién nacido y se le quedaba la boca tan abierta como las nuestras en las que entraba una nueva cucharada. También era tía Petra la que nos contaba coplas: «Un día vino tío José, ¿qué tío José? El que te enseñó a leer». Y así día tras día durante los años de nuestra niñez, con los ojos llenos de asombro y la imaginación viajando por mundos maravillosos que nos acompañaban en nuestros sueños.

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Desde siempre, en torno a la lumbre o bajo las sábanas, en un corro de amigos o en las noches de fuego de campamento, quizá para ahuyentar a la oscuridad y a todo lo que representa, las personas se reúnen para contar o para escuchar historias que las hagan sentir miedo, tristeza o felicidad. Cuentos para viajar a otros lugares, para meterse en la piel de otras personas, para evadirse por unos instantes y olvidar la realidad que a veces da miedo y es triste y no es tan feliz como quisiéramos. Todas esas historias quedan para siempre en el colectivo imaginario y se transmiten en otros auditorios, las escuchan otras personas que a su vez se hacen eco de ellas. Y así, los cuentos van de boca en boca y vuelan hasta los confines del universo.

En todas las culturas hay contadores de historias y necesidad de escucharlas. Por esta razón, las amigas y amantes de la literatura infantil y juvenil (Amalij) nos hemos embarcado en una maravillosa aventura. Los próximos días 21 y 22 de febrero, el Ateneo cacereño (Calle General Ezponda, 9) acogerá el cuentancuentos solidario 'Cuentos por la dana'. Será el viernes a partir de las 19.00 horas y el sábado a las 12.30 horas para todos los públicos. Contamos para ambos días con un buen puñado de personas altruistas que subirán al escenario para contar, cantar, leer o declamar ante un público que esperamos sea numeroso y que, con sus donaciones, contribuirá a recuperar bibliotecas, librerías, y ayudar a compañías artísticas y a profesionales de la narración oral que han visto desaparecer sus espacios, herramientas de trabajo y colecciones de libros bajo el agua y el barro. Esta iniciativa parte de un grupo de narradores y narradoras de la Comunidad Valenciana que está siendo secundada por diferentes colectivos de la geografía española.

En Amalij creemos en el poder de la literatura y la narración oral para llegar a una ciudadanía necesitada de caer en otras redes, esas que se tejen con la voz y la mirada, con la escucha y la atención. Redes que nos atrapan en la cultura que se recrea con la belleza de un mundo que se sigue contando a pesar de que le caiga una lluvia de barro.

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