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Mi padre
Mi padre era un hombre de buen corazón, y al final fue su corazón el que se lo llevó por delante porque lo tenía demasiado grande
Pilar López Ávila
Martes, 19 de marzo 2024, 09:27
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Pilar López Ávila
Martes, 19 de marzo 2024, 09:27
Mi padre se llamaba José, pero lo llamaban Pepe. Es curioso que este diminutivo derive de San José, que era padre putativo (P. P.) de Jesús, es decir, el considerado como tal sin serlo naturalmente, y de ahí las dos pes con las que se ... dice Pepe. Aunque a mí esta palabra, putativo, me suena rara y fea y prefiero decir adoptivo, y es curioso que mi padre era Pepe, pero era mi padre natural y verdadero. Investigando un poco he leído que quizá es más probable que Pepe venga de Jusepe que era la forma antigua del nombre de José en español.
Mi padre fue también Pepito de niño, así lo conocían en Trujillo donde nació un 18 de marzo de 1942. Ayer hubiera cumplido 82, pero se murió antes de llegar a su cumpleaños. Lo gracioso de mi padre era que en dos días liquidaba todas sus celebraciones, pues si ayer hubiera sido su cumpleaños, hoy era su santo y su día, el Día del Padre.
A mi parecer, si las madres son caricia y beso, los padres son abrazo y puerto seguro. O viceversa, no sé, los padres pueden ser lo que quieran, solo hace falta que se crean que en ellos hay ternura. Que un padre también acaricia y besa, escucha y aconseja, acompaña, corrige y muestra el camino. Los padres dejan su impronta con sus acciones, marcan una huella por si la quieres seguir, son referentes para bien o para mal. Su forma de atender a los hijos, de estar, de afrontar la vida, influye en nuestro carácter para el resto de la nuestra.
Recuerdo que cuando era una niña me iba con mi padre a la caza del perdigón con reclamo. A mí lo que me gustaba era mirar los pájaros y no paraba quieta en el aguardo. Tenía una paciencia infinita conmigo y me abría un hueco para mirar, quizá con la esperanza de que algún día fuera cazadora. Pero no lo consiguió. Sin embargo, me enseñó a mirar y admirar la naturaleza, con su forma de entenderla, porque a él lo que le gustaba era el campo, el que da cosechas y cría ganados, el que tiene caza y espárragos, el que atesora tencas en las charcas y quesos que saben a miel y romero.
Sirvan estas palabras de esta colaboración semanal, para recordar a los padres en su día, ya sean pepes o naturales. Y en todos los días del año y de nuestras vidas, y para agradecerles porque ellos nos dieron la nuestra. Un recuerdo para mi padre en especial, porque, aunque ya no está, mi madre, mi hermana y yo lo tenemos presente cada vez que reímos, lloramos y seguimos con nuestras vidas a pesar de su ausencia.
Mi padre, con todas sus virtudes y defectos, como todos los padres, como todos nosotros que pasamos por la vida a trompicones, era un hombre de buen corazón, y al final fue su corazón el que se lo llevó por delante porque lo tenía demasiado grande.
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