De piscina estrella a dolor de cabeza
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Toda gran iniciativa es susceptible de encarecerse y eternizarse, pero el proyecto de la margen derecha va camino de ser un agujero en las arcasNi en 2020, ni en 2021, ni por supuesto en 2022 y dudo mucho que en 2023. Desconfíen de los plazos para inaugurar la piscina ... de la margen derecha, que es un símbolo del lento desarrollo de las obras municipales en Badajoz.
Esta semana el Ayuntamiento ha reconocido, al fin, que está parada desde hace tiempo porque tramita una modificación del contrato para subir el presupuesto inicial de 4,8 millones de euros en otros 427.000 euros. Parte se debe a que van a instalar placas solares en la cubierta y parte al encarecimiento de los materiales.
Parece claro que los suministros no cuestan hoy lo mismo que en 2018, cuando la obra se adjudicó a la UTE formada por Martín Casillas y Sehuca con el diseño de los arquitectos Daniel Jiménez y Jaime Olivera. Pero aun así extraña el desarrollo de su ejecución, que enlaza retrasos con excusas. Ahora el encarecimiento de los materiales, la huelga del transporte y la invasión rusa tienen la culpa. Seguro que perjudican, pero no justifican todos los retrasos.
Esta obra era una de las grandes promesas de Celdrán en sus mejores tiempos. La oímos por primera vez en 2006 y después fue una apuesta personal de Fragoso, que quiso modificar el proyecto de una piscina de verano convirtiéndola en un complejo con cubierta retráctil y posible homologación por la Federación Internacional de Natación. Quería convertir Badajoz en un gran centro deportivo.
Siempre es positivo pensar en grande, pero si ese deseo va acompañado de la capacidad de sacar adelante las iniciativas. De lo contrario, termina por generar frustración. Es lo que ocurre con el corredor verde de la calle Stadium, la rehabilitación del San Pedro de Alcántara y el Campillo. Son ejemplos de que todo proyecto es susceptible de eternizarse.
En este caso, además, da la sensación de que la construcción de la piscina nació como un proyecto viciado.
El Ayuntamiento optó en 2018 por convocar un único concurso para el diseño y la construcción del complejo, algo inusual. Se presentaron dos empresas que no siguieron la línea convencional. Hubo un recurso especial en materia de contratación, reclamaciones de los licitadores a actuaciones de la mesa de contratación y requerimientos de informes jurídicos. Los funcionarios que analizaron las ofertas dudaron de que la propuesta finalmente ganadora acumulara la solvencia técnica exigida. En fin, un montón de problemas.
Por su parte, la otra empresa que concurrió, Acciona, quiso abandonar el concurso después de haberse abierto su proposición.
El proceso administrativo estuvo marcado por dudas que ralentizaron la adjudicación hace cuatro años y que quizás ahora expliquen en parte las dificultades que atraviesa.
Puede que en su día el Ayuntamiento ofertara un presupuesto demasiado justo, las empresas presentaran precios recortados y no habría hecho falta ni una pandemia ni una inflación desbocada para que a los empresarios les dejaran de salir los números.
Cabe aquí preguntarse si la ciudad se puede permitir una piscina de cinco millones de euros y si ese dinero, aportado al alimón por la Junta, supondrá beneficios comparados al esfuerzo que supone. Además, ni siquiera se sabe cuánto va a costar, porque el concejal que ha heredado este marrón, el popular Jaime Mejías, ya ha advertido esta semana que el medio millón extra, un 9% más, que suman ahora se destina a la cubierta. En cada fase tendrán que hacer números y ver si llegan con lo presupuestado o es necesario seguir ampliando fondos. Así que en unos años, no sabemos cuántos, veremos a cuánto asciende la cuenta que todos pagamos a escote.
Es verdad que el proyecto es un dulce y vendrá a completar una de las mejores zonas de la ciudad. Justo su ubicación permite que todos los que pasean por el parque del río adviertan su paralización. Hasta hace poco, desde la inexperiencia en construcción uno podía entender todas las excusas que le dieran. Pero desde hace unos meses se levanta justo al lado una promoción privada de viviendas que marcha a toda vela. Con lo cual, se ve cómo la obra privada avanza y la pública se estanca.
Está por ver si en este caso se cumple el refrán de lo que mal empieza, mal acaba. Pero sí parece claro que de ser el proyecto estrella del PP, la piscina de la margen derecha se ha convertido en un gran dolor de cabeza y un agujero en las arcas municipales.
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