El universo literario sigue empequeñeciendo por acción de la desgracia. No repuestos de la pérdida de Almudena Grandes, Fernando Marías y Noah Gordon, se nos ha helado el corazón (tan blanco) por la ausencia ya eterna de Javier Marías. Plumas en reposo para siempre, palabras ... que ya no llegarán a las almas a través de las historias que no serán contadas. Voces apagadas que se elevaban literariamente pero también para hacer vibrar conciencias.
Publicidad
Porque los escritores que son capaces de llegar a lo más hondo de la humanidad con su pluma, suelen remover conciencias con su voz. No todas las conciencias, puesto que unos y otros, con demasiada ligereza a veces, se posicionan en un apoyo político que entienden justo y que los encasillan para siempre allá donde alojan su crítica.
Quien más y quien menos firma un manifiesto, declara que tal o cual presidente del Gobierno debería irse a su casa o desafía a los simpatizantes de un partido que juran no leerlo más. Pero ahí están quienes se ponen de perfil y quienes se comprometen. Como Luis Landero, que vino a dar su discurso en el Día de Extremadura e hizo temblar las piedras del Teatro Romano.
El bueno de Luis, tal vez uno de los cuatro o cinco mejores escritores españoles de la actualidad, no parecía capaz de elevar la voz para la crítica política. Y quizás no lo hizo, puesto que no arremetió contra un partido o el contrario, ni hizo apología de corriente alguna, ni siquiera deseó que un político determinado dejase su cargo por incumplimiento de sus promesas.
Publicidad
No. El pasado siete de septiembre Luis Landero hizo algo que solo pueden hacer aquellas voces que se han ganado a pulso la potestad de hablar desde arriba, criticó a todos aquellos responsables, activa o pasivamente, de que Extremadura no tenga actualmente un tren digno. Pero no digno de la región, ni siquiera de su gente, sino digno del siglo XXI. Todos aquellos que pudiendo haberlo hecho no lo hicieron, de derechas, de izquierdas o de centro, de aquí o de allí, de ahora o de antes. Todos. Los llamó canallas y les auguró un futuro en el infierno. Y los aplausos tronaron en las gradas del teatro en señal de aprobación por unanimidad. Como en los hogares y en el interior de todos aquellos que han visto el vídeo difundido por las redes.
Pero Landero se rajó, y lo hizo aclarando luego que no se refería a los políticos extremeños. No se lo cree ni él, con perdón. Recogió velas porque los de aquí se ofendieron, y eso es lo único grave del asunto, esa ofensa, la indignación por la verdad de quienes son incapaces de asumir la culpa. Porque todos aquellos que tuvieron alguna responsabilidad en el asunto del tren y no supieron ejercerla están manchados para siempre por la ignominia, por mucho que se hagan los ofendidos. El Landero del Teatro estaba en lo cierto, arderán en los infiernos por canallas. No era necesario echarse atrás.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.