El precio del pollo de avutarda en la ZEPA

La gestión en los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes es tan deficiente que, según los datos de los censos ornitológicos, la avutarda ha descendido a la mitad de efectivos en las dos últimas décadas, encontrándose ahora amenazada de supervivencia por apenas tener descendencia

julián mora aliseda

Lunes, 12 de diciembre 2022, 08:14

Hace unas décadas el producto que más contribuía a la subida del IPC de los alimentos era el pollo, dado que era el artículo más consumido por las familias españolas. No obstante, yo vengo a hablar de otra especie de pollo silvestre dadas sus repercusiones ... directas en algunas zonas rurales, cual es el de avutarda (Otis tarda) por ser contemplada como la especie estrella para delimitar y clasificar algunos espacios como protegidos.

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Como saben, la avutarda, junto a otras especies típicas de los espacios de penillanura, llevaron a declarar Zona de Especial Protección de Aves (ZEPAs) a grandes áreas de Extremadura que pasaron a ser consideradas erróneamente «estepas naturales», como si tuviesen las características propias de las praderas norteamericanas o de las sabanas africanas.

Es pertinente aclarar que el paisaje de penillanura, con dominancia superficial en la región, procede de un larguísimo proceso de erosión de millones de años sobre materiales pizarrosos y graníticos que ha uniformizado el relieve, peniaplanizándolo con una topografía que oscila entre los 300 y 400 metros de altitud de ligeras ondulaciones por donde se encaja la red fluvial que lentamente desgasta la plataforma del precámbrico, y en la que emergen algunos afloramientos como Los Barruecos de Malpartida de Cáceres, o las lajas pizarrosas denominadas «dientes de perro», tan extendidas por La Serena, así como la intercalación de algunos montes-isla, como la sierra de la Mosca.

Pues bien, esas «estepas» en realidad son espacios antropizados, transformados a lo largo de la historia, especialmente a partir de 1273, con la creación del Honrado Concejo de la Mesta, que modificó el paisaje a través de fuegos o destoconando el arbolado para obtener pastos ganaderos. Por ello, los autores clásicos definían a estas áreas como «monte hueco» o «dehesas a puro pasto», a fin de distinguirlas del «monte pardo» (impenetrable). Sin embargo, por el desconocimiento de las dinámicas territoriales (incluyen los aspectos fisiográficos y los socioeconómicos) fueron declarados Red Natura 2000 sin rigor científico, derivando en un panorama que amenaza la rica diversidad de esas zonas debido a las injustificadas restricciones normativas que cuestionan su propio mantenimiento.

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Debido a las implicaciones que está teniendo todo ello me voy a centrar en la ZEPA de los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes, con una extensión ligeramente superior a las 70.000 hectáreas, que para hacernos una idea de su dimensión diremos que si fuese un término municipal ocuparía la posición 28, superando al 99,7 por ciento de los 8.131 municipios de España.

Pues bien, en ese inmenso territorio protegido, como en el resto de las Zonas de Interés Regional (ZIR), la gestión es tan deficiente que, según los datos de los censos ornitológicos, la avutarda (reina de la corona) ha descendido a la mitad de efectivos en las dos últimas décadas, encontrándose ahora amenazada de supervivencia por apenas tener descendencia. Se estima que el año pasado en toda esa inmensa superficie, mayor que la suma de 46 términos municipales de Extremadura, ha nacido solamente un pollo.

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Consiguientemente, habiéndose limitado los usos del suelo agrario y verificando que los resultados están siendo nefastos para la naturaleza (son muchas las especies en regresión), la economía y la sociedad de los municipios afectados ha llegado el momento de preguntar a los responsables de este dislate conservacionista ¿cuál es el precio que realmente estamos pagando por ese pollo de avutarda?

Pero no es solo en la ZEPA de Cáceres, que impide la construcción de un templo budista y, por proximidad, un aeródromo o una planta fotovoltaica o cualquier otra iniciativa de desarrollo empresarial, pasa lo mismo en 1.300.000 hectáreas salvaguardadas.

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Es una aberración que en Extremadura haya 25 municipios totalmente insertos en ZEPA (del 95 al 100% de su término municipal), algunos tan emblemáticos como Baños de Montemayor, donde no se autoriza construir un hotel, a pesar de la demanda creciente del turismo de salud, igual sucede con otros de gran atractivo como Cabezuela del Valle, Jerte, Piornal o Robledillo de Gata. Se ha cercenado las posibilidades de desarrollo de millares de habitantes.

A todo ello hay que sumar otros 30 municipios con más de tres cuartas partes de su alfoz atrapados en ZEPA, llegándose al extremo que en Garlitos no pueden usar su residencia de ancianos por estar en suelo restringido y sus habitantes expulsados a vivir sus últimos tiempos fuera de su pueblo. Un drama que roza lo esperpéntico.

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La urbanización 'Isla Marina de Valdecañas', aún con la espada de Damocles, es el paradigma de este atropello legal que preserva a un eucaliptar (especie invasora y dañina) y manda demoler un complejo turístico modélico que ha dinamizado la economía del nordeste extremeño y desde su construcción, paradójicamente, se han incrementado tanto el número de especies (algunas amenazadas) como millares ejemplares (grullas y anátidas), además de haber sido lugar escogido por los linces para reproducirse en libertad. El desarrollo compatible es la alternativa para amparar la biodiversidad.

Dejo para otra ocasión el efecto perverso de las zonas protegidas sobre otras aves (sisón, ortega, ganga, alcaraván o alondra) y sin contar con la participación pública, así como el análisis de las limitaciones impuestas por el sapo corredor y el galápago leproso en el término municipal más extenso e inutilizado de la Unión Europea: Cáceres.

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