Dulce Navidad. O no. El acuerdo alcanzado entre el Gobierno y las comunidades autónomas para relajar las restricciones en el periodo navideño y permitir los encuentros familiares resuelve las dudas que tenían muchos ciudadanos sobre cómo podrían celebrar la Navidad de este aciago 2020.
Publicidad
No ... hay barra libre para que sean unas navidades como las de siempre, pero sí se abre la mano lo suficiente para que cada familia interprete a su gusto las normas. La medida más importante, el permiso para viajar entre comunidades para reunirse con familiares y allegados, es la más polémica. El movimiento entre regiones, prohibido ahora, puede hacer rebrotar los contagios y abocarnos a una tercera ola.
¿Es prudente dejar a la sensatez de cada uno si viaja para juntarse con su familia o sus amigos o si organiza cenas de diez o más personas? Por descontado que habrá muchas familias que extremen las precauciones incluso más allá de lo que recomiendan las autoridades. Pero para quienes estén dispuestos a saltárselas no va a haber un policía llamando a cada casa para comprobar si se supera el límite de invitados y advertir que el virus no tiene vacaciones de Navidad.
Todos somos adultos, y si el 15 de enero empieza a subir la curva de contagios que acabamos de doblegar, habrá que achacarlo al carácter anárquico de los españoles. Ya se sabe que nos gusta saltarnos las normas y que es difícil convencernos de que dejemos de hacer algo si no es a base de multas.
Publicidad
¿Hubiera sido más acertado que Gobierno y comunidades asumieran la impopularidad de decirles a los españoles que nos olvidemos de estas navidades? ¿Que hasta que haya vacuna debemos mantener las restricciones, sin 'recreos' en los que se nos permite bajar la guardia? Se correrían menos riesgos, pero hoy no hay un político en España capaz de presentarse ante un micrófono y prohibir que nos juntemos en cenas y comidas navideñas.
Solo en febrero sabremos cuántos contagios y cuántos muertos nos han costado las navidades relajadas del 2020. Nadie aprende en cabeza ajena, lo que traducido a esta situación significa que nadie que no haya tenido un muerto o un ingresado en la UVI muy cercano piensa que le puede tocar a él. Las cifras de miles de contagios y centenares de muertos diarios ya no asustan como en abril. Y la recomendación de que los jóvenes se pongan en cuarentena antes de volver a ver a sus padres es bien intencionada pero puede no ser eficaz. Si la incidencia del virus vuelve a subir los gobernantes siempre podrán echarle la culpa a la 'sociedad' en abstracto, a una ciudadanía a la que le cuesta asumir limitaciones.
Publicidad
¿Por qué las autoridades han optado por suavizar las restricciones cuando son conscientes de que la pandemia no ha acabado? ¿Populismo? ¿O todavía se están haciendo cálculos económicos sobre lo que supondría una Navidad sin viajes, sin cenas de empresa, sin tantos regalos? Cuando acaben las fiestas y en los hospitales se haga balance sabremos con números si ha sido una dulce o una amarga Navidad para España.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.