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Soledad
La soledad de los ancianos sin familia y sin recursos debe convertirse en un asunto de Estado
Rafaela Cano
Viernes, 31 de enero 2025, 22:51
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Rafaela Cano
Viernes, 31 de enero 2025, 22:51
En 1952 Ernest Hemingway (1899-1961) publicó una novelita titulada 'El viejo y el mar'. El protagonista, Santiago, es un viejo pescador que vive solo y que tras ochenta y cuatro días sin pescar nada se echa a la mar porque presiente que en ese ... día va a coger el pez más grande de su vida.
Durante cuatro días lucha cuerpo a cuerpo con un pez enorme que ha picado y está dispuesto a morir en el intento por hacerse con él.
En medio de la inmensidad del mar nota la vejez al darse cuenta de que le faltan las fuerzas y el vigor de su juventud, pero, sobre todo, siente que está más solo que nunca y piensa con amargura que nadie debería estar solo en la vejez.
Echa de menos al muchacho que a veces le acompaña y aunque se ha acostumbrado a hablar solo tiene miedo a morir sin haber cumplido su deseo, pero, sobre todo, tiene miedo a morir en soledad.
Y es que la soledad ha sido un tema recurrente en la literatura y en nuestra música, y novelistas, poetas y cantores se han inspirado en ella para sus creaciones.
A pesar de que George Moustaki reiterara que él no estaba nunca solo porque siempre le acompañaba su soledad, lo cierto es que esta es el mal al que estamos abocados como sociedad en este siglo.
En España hay casi dos millones de personas mayores de 65 años que viven solas.
Sin nadie con quien hablar y sin recursos, permanecen sentadas en el sillón mirando la televisión, esperando oír el timbre para recibir las ansiadas visitas. Las que tienen suerte y pueden valerse por sí mismas tienen como única compañía un perro.
Sin familia, sin amigos y sin vecinos que velen por ellos, simplemente un día se van, se desvanecen, dejan de existir. Entonces, después de días o semanas, les echamos de menos.
Y también entonces llamamos deprisa a los servicios sociales o a la policía que se encargará, también deprisa, de enviar a una empresa para que se deshaga de todos los enseres que han ido acumulando a lo largo de toda una vida y desinfecten el hogar. «Limpiezas traumáticas» las llaman. Un eufemismo que también sirve para limpiar nuestras conciencias.
En Japón, el país en dónde más ancianos solos hay, han acuñado un término kodokushi , que se traduce como «muerte solitaria». Y la solución que han encontrado estos ancianos en el rico y próspero país del Sol Naciente es cometer pequeños hurtos para pasar una temporada en la cárcel. Allí tendrán cubiertas sus necesidades, les podrá atender un médico, pero sobre todo, dejarán de estar solos.
¿Cuándo nos dimos cuenta de que nos hemos deshumanizado?
La soledad de los ancianos sin familia y sin recursos debe convertirse en un asunto de Estado para paliar este mal que los ataca en la última etapa de sus vidas.
En Inglaterra se ha creado recientemente un departamento dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales que se encarga exclusivamente de los ancianos que viven solos.
Al igual que Santiago luchando contra el pez, ellos luchan encarnizadamente contra esta pandemia silenciosa que es la soledad, repitiéndose quizás, como hacía el viejo pescador, que nadie debería estar solo en la vejez.
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