El lunes de carnaval de 1837 un periodista y escritor español desengañado de la vida y del amor se suicidó pegándose un tiro. No había ... cumplido veintiocho años.
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Cuatro años antes escribiría uno de sus mejores artículos periodísticos: 'El mundo todo es máscara, todo el año es carnaval'. Lo publicó en 'El pobrecito hablador', una revista satírica fundada por él.
Se llamaba Mariano José de Larra.
Contaba Larra en el artículo que un día de carnaval un amigo suyo le arrastró, a su pesar, a las fiestas de máscaras que se celebraban por toda la ciudad. Cansado y hastiado de visitar casas, de que lo confundieran y de ver siempre los mismos enmascarados se quedó dormido en una de las fiestas. En su sueño se le aparecía un fantasma y creyó reconocer en él al demonio Asmodeo, el héroe de 'El diablo cojuelo', la famosa obra de Vélez de Guevara.
El demonio le lleva volando por los cielos de Madrid para mostrarle la hipocresía que rige las vidas de los hombres: novios que se prometen amor eterno y sólo piensan en sus amantes, abogados que prometen ayudar a sus clientes y en cuanto estos se van se ríen de ellos, viejos que intentan aparentar ser jóvenes, moribundos arrepintiéndose de sus pecados y que en cuanto mejoran vuelven a las andadas, etc. Todos salen a la calle con su careta puesta, dice el demonio Asmodeo, pero una vez que vuelven a casa se la quitan y se muestran tal y como son.
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Terminado el periplo, el demonio le aconseja que no hace falta que vaya a ningún baile de carnaval pues con solo salir a la calle estaría en él.
Este fin de semana muchos de nosotros también saldremos a la calle con nuestro disfraz o nuestra máscara: nos disfrazaremos de demócratas, de ecologistas, de solidarios, de tolerantes, de empáticos, …todo vale en un carnaval.
Luego, cuando volvamos a nuestra casa cansados de la fiesta nos desharemos de ellos y entonces nos mostraremos como somos en realidad.
Así, seguiremos sin respetar la opinión de la mayoría, dejaremos toneladas de basura en las cumbres de nuestras montañas, nos negaremos a dar posada al peregrino o de comer al hambriento, seguiremos imponiendo nuestra opinión y nuestras ideas porque son las válidas, mantendremos nuestras fobias porque es lo normal y natural… todo vale en la vida.
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A veces son las redes sociales y los programas de televisión que como un moderno Asmodeo, sin necesidad de movernos de casa ni de llevarnos por los aires, nos muestran la verdadera personalidad de otros, nunca la nuestra.
Cuando esta noche se pongan el disfraz recuerden que acabado el baile tendrán que quitárselo y volver a su vida de siempre.
Pero no quiero aguarles la fiesta y como cantaba Celia Cruz: «No hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van cantando».
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Que lo disfruten.
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