El batiscafo

Réquiem por el 'águila negra'

A diferencia del 'águila negra', creo que no debemos plantearnos la existencia como la búsqueda permanente de un récord

alfonso callejo

Miércoles, 21 de diciembre 2022, 08:23

Recientemente ha fallecido Francisco Martín, más conocido por el 'águila negra', el vecino de Caminomorisco que ostentaba el récord mundial de rapidez en recogida de aceitunas, con diversas gestas de su labor efectuadas con la presencia de un notario en el olivar.

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La verdad es ... que esto de los récords inscritos en el libro Guinness siempre me ha producido un cierto rechazo, tal vez por lo estúpido de muchas de esas proezas, como recorrer la mayor distancia agarrando una mesa con los dientes o el récord de más latas de bebida abiertas por un loro en un minuto. Sin embargo, las hazañas aceituneras del 'águila negra' me eran simpáticas, por tratarse de una actividad provechosa, de la que viven muchas familias no solo en Las Hurdes, sino en otras zonas del norte y sur de Extremadura. Además, y como a veces he hecho referencia en este espacio, se trata de un trajín que me es familiar por dedicarme yo mismo al verdeo cada año en un pequeño olivar en el norte extremeño, y sé lo que significa esta dura actividad. Como habitualmente mi recogida de aceituna es también en solitario, a veces he estado tentado a compararme con el 'águila negra', a ver a qué distancia sideral estaba de él para comprobar la magnitud de sus esfuerzos.

Pero yo concibo la tarea de recoger aceitunas como un proceso global que incluye desplegar las redes y colocarlas adecuadamente debajo del olivo, 'ordeñar' los ramos bajos, colocar y subir con la escalera para acceder a las ramas más altas, cortar en su caso las 'pingollas' para desgranarlas después en el suelo, mover las redes ya con peso a otro olivo, verter las aceitunas recolectadas en cajas y colocarlas en el vehículo o remolque, echar un bocado a media mañana, y transportar el fruto de la jornada al punto de recogida. Y este proceso sin ayudantes, que lleva mucho más tiempo del que se emplea solo en tirarlas al suelo no se contempla en el libro Guinness, por lo que no es posible comparación. Es lo que tienen los récords, sin desmerecer el descomunal ardor de Francisco Martín (que llegó a perder 8 kilos en una maratoniana jornada).

Yo creo que nunca debemos compararnos cuantitativamente con quien destaca ampliamente en alguna función que desarrollemos ocasionalmente. El desánimo que ello puede producir no compensa. Por ejemplo, este modesto columnista lleva algo más de mil entregas semanales, pero todavía planea en mi ánimo la fina ironía y certera fecundidad literaria de Manuel Alcántara, que llegó a publicar 17.000 artículos. A diferencia del 'águila negra' (a cuyos deudos envío desde aquí un fuerte abrazo), creo que no debemos plantearnos la existencia como la búsqueda permanente de un récord. Es mucho mejor tener un Guinness interno que encumbre la calidad de lo que hacemos antes que la cantidad. Como decía el Conde de Canilleros, «las cosas se pueden hacer o no hacer, pero si se hacen, hay que hacerlas bien».

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