Ahora mismo no veo pregunta más necesitada de respuesta por parte de la Junta que la de por qué Extremadura está tan retrasada en la administración de la vacuna contra la covid y cuáles son sus planes para ponernos al día. Sé que el ritmo ... de vacunación ha mejorado desde los primeros días de campaña (solo faltaba que no lo hubiera hecho), pero ahí acaban los consuelos. La comparecencia de ayer del vicepresidente Vergeles en la Asamblea fue frustrante porque nos quedamos con las ganas de saber la razón de los retrasos y los planes para solucionarlos. Mientras, la realidad deprime: Extremadura ha puesto solo el 42% de las vacunas disponibles, como informa en estas páginas Álvaro Rubio, que también cuenta que de los 16 días que median entre el comienzo de las vacunaciones, el 27 de diciembre, y ayer, 11 de enero, solo se ha vacunado en ocho. La defensa de la gestión de las vacunaciones que hace Vergeles –«llámenme lento», dijo– en que era preciso reservar una cantidad indispensable de dosis para que nada ponga en peligro que los que reciban la primera tengan asegurada la segunda es tan endeble que se refuta con los datos del propio SES, que asegura que es suficiente con una reserva estratégica de 3.000 dosis, mientras tiene en sus frigoríficos más de 9.000. Otra pregunta sin responder: ¿por qué no se han puesto las más de 6.000 dosis que no constituyen reserva estratégica alguna?

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Cuesta creer que quien está al frente de la gestión de esta crisis sin precedentes y al que hemos visto bracear contra el huracán del coronavirus –con las limitaciones lógicas de quien se enfrenta a un enemigo desconocido y sobrado de fuerza destructora pero haciéndole frente con dignidad y empeño–, no haya tenido la agudeza de percibir que la campaña de vacunación es el Desembarco de Normandía contra la pandemia y que, por eso, no podemos permitirnos el lujo de relajarnos ante esa operación porque de su eficacia dependen literalmente vidas y haciendas.

Me gustaría saber qué es eso que en Extremadura tiene tanto poder como para que la campaña de vacunación más importante, esperada y decisiva de nuestras vidas se esté desarrollando tan insuficientemente. ¿Ha sido la desidia? ¿Ha sido la falta de organización? ¿Ha sido la incapacidad de mantener ininterrumpidamente el servicio de vacunación en unos días que afectaba a las libranzas del personal sanitario que tendría que llevarlo a cabo? ¿Han sido causas ajenas a la Junta? ¿Qué ha sido, señor Vergeles? Para mí es una necesidad saber qué factor puede ser tan determinante –¿la desidia, la desorganización, el temor a suspender las libranzas del personal sanitario, imprevistos sobrevenidos...?– como para que un gobierno haga una gestión tan manifiestamente mejorable de la herramienta que puede empezar a ponerle punto final a la pesadilla en la que vivimos desde marzo. ¿Cómo no querer saber de la campaña de vacunación, de dónde se vacuna mañana y a cuántos, o cómo se vacunó ayer..., si de esas respuestas –de las suyas, señor Vergeles–, depende nuestra esperanza?

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