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Dehesa en las inmediaciones de Cañaveral, donde se prevé la extracción de litio. HOY
Análisis

El ruido y las prioridades

La Junta ya tiene una encuesta para cargarse de razón frente a quienes anteponen el medioambiente a cualquier proyecto que pueda contribuir al desarrollo regional

Pablo Calvo

Cáceres

Domingo, 19 de junio 2022, 08:49

Tres de cada cuatro extremeños están a favor de priorizar el desarrollo económico que genera un gran proyecto industrial por encima del impacto medioambiental. El ... dato forma parte de la encuesta encargada por la Junta de Extremadura a Metroscopia, cuyos resultados el gobierno regional no había difundido, salvo en la parte correspondiente a Valdecañas, pero que fueron publicados por este diario el pasado jueves.

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El trabajo demoscópico también incluye otras conclusiones interesantes. Por ejemplo, que nueve de cada 10 extremeños están convencidos de que la comunidad recibe del Estado menos de lo que le corresponde; o que más de la mitad, el 55%, cree que la situación socioeconómica de Extremadura es mala, lo cual es coherente con su disposición a priorizar proyectos empresariales generadores de empleo y riqueza aunque conlleven un coste limitado al medioambiente.

Que esta postura sea sostenida por hasta el 74% de la población, según el sondeo, es significativo por la alta proporción que representa y porque viene a contradecir otra realidad: que cualquier iniciativa industrial o proyecto de cierto tamaño que se presenta en Extremadura va acompañado de forma inexorable e inmediata de gran cantidad de ruido por parte de organizaciones, colectivos y plataformas varias, algunas creadas ad hoc, hasta lograr transmitir la sensación de que de sus posiciones, siempre legítimas, faltaría más, son mayoritarías entre la ciudadanía extremeña y la opinión pública, cuando, a la vista de la encuesta, no resultaría así ni mucho menos.

Da la impresión, incluso, que la Junta ha buscado con la citada encuesta cargarse de razón con datos y tener elementos de juicio suficientes para contraponerlos a los argumentos de quienes han convertido la conservación del espacio natural en un cepo que ahoga el propio desarrollo regional.

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Extremadura apostó por ser un paraíso natural e incorporó como seña de identidad el desarrollo sostenible; sin embargo, con el tiempo, la segunda parte del sintagma ha jibarizado por completo a la primera, y la sostenibilidad ha ido quedando reducida en la práctica a la imposibilidad de sacar adelante iniciativas económicas que siempre chocan con algún elemento del extenso catálogo medioambiental. Ser sostenible, en fin, no debería ser sinónimo de que no se puede hacer nada.

No se trata, lógicamente, de desandar el camino y despreciar lo logrado, ni de acabar con una de las mayores virtudes que tiene Extremadura, sus recursos naturales. Nadie pretende eso porque sería absurdo, y acusar a alguien de buscar dicho objetivo resulta como poco simplista. Se trata, por el contrario, de aprovechar la posición privilegiada que ahora tiene Extremadura en favor de su desarrollo socioeconómico, ese que una mayoría cualficada echa en falta. Se da la paradoja de que somos tan verdes que ponemos obstáculos al aprovechamiento de aquello en lo que somos ricos (sol, superficie, minerales), piezas fundamentales del nuevo ciclo mundial de la descarbonización.

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La controversia que acompaña a determinados proyectos impide escuchar lo que de verdad parece opinar la mayoría de los extremeños, si nos creemos, y no hay por qué no hacerlo, el resultado del trabajo de Metroscopia, al que la Junta, por razones que no ha explicado, ha buscado no darle demasiada publicidad. No creo que sea criticable que los gobernantes se apoyen en estudios demoscópicos que les orienten en su acción política y les conecten con el pensamiento de la gente de a pie, siempre que la práctica no acabe derivando por abuso en un gobernar a golpe de encuesta.

El estudio defiende, por ejemplo, que el empleo, las infraestructuras y la sanidad son las tres cuestiones a las que se deberían prestar una mayor atención; al medio ambiente también, pero aparece en el puesto número diez. Las prioridades de los ciudadanos parecen claras aunque no siempre logren vencer al ruido.

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