Barbaján
HÉROES Y TUMBAS ·
SALVADOR CALVO MUÑOZ
Miércoles, 23 de octubre 2024, 07:48
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HÉROES Y TUMBAS ·
SALVADOR CALVO MUÑOZ
Miércoles, 23 de octubre 2024, 07:48
Desde luego lo de nuestro idioma no tiene nombre. Cada día descubre uno maravillas de esta lengua que nos trajeron nuestros padres romanos y luego arreglamos aquí con esto, aquello y lo de más allá. Hoy, español; antiguamente, castellano. «Quién dijere lo contrario, miente / e ... incontinente caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese… y no hubo nada». Cervantes nos deslumbra constantemente. Lo que hablamos es español. Y al que no le guste, que se vaya a Uzbequistán o a Kirguistán, en medio de Asia, que allí tienen mucha tierra para plantar sus reales.
Vamos a lo que estamos. Servidor ha leído algunas veces poemas de Octavio Paz (difícil) y mucho a Carlos Fuentes (fantástico); pero mira por dónde no había dado nunca con esa bellísima palabra: barbaján. Ha tenido que ser el mejicano Juan Miguel de Zunzunegui el que nos la sirviera recientita. No es que la haya inventado él. Llevará en el diccionario los quirios; pero como tantas otras por aquí apenas suena y allá, en Nueva España, es de uso corriente.
Algún lector furioso me estará mentando la madre por haber dicho Nueva España. Me da la gana. México está muy bien (o muy mal), pero durante siglos fue como he dicho antes. De modo que al que no le pete, que le den retambufa, como decía Umbral. Paso atrás. Decía que Zunzunegui, ese historiador mejicano que tan magníficamente cuenta cómo fue que se enteró de la Conquista, la emplea con frecuencia. Se la oí, la busqué en el DRAE y efectivamente allí estaba, tan ricamente. Barbaján: tosco, rústico, brutal. Pero sobre todo en México. Esto quiere decir que aún se conservan en América palabras que nacieron aquí, llegaron allí, se perdieron acá y quedaron allá. Maravilloso. ¿Y por qué emplea Zunzunegui barbaján? Se refiere con ese término a aquel grupo de tipos barbados, enfundados en hierros, con estandartes y caballos, que avanzaban por Cholula y Tlascala camino de Tenochtitlan.
Y se pregunta Zunzunegui cómo fue que aquellos barbajanes se adueñaron de tanta tierra y tanta gente, si eran cuatro gatos frente a cientos de miles de guerreros emplumados y armados de macanas y mazas.
Apartemos ahora aquellos hechos fascinantes. Lo cierto es que el aspecto de la gente de Cortés tenía que ser cuanto menos asombroso. Sobre todo para aquellos que no habían visto nunca semejantes ejemplares. Me viene ahora a la memoria un discurso, ¿o era un poema?, del gran Pablo Neruda, en el que insultaba gravemente a los conquistadores, pero luego les agradecía que tras tiros y espadazos fueran regando el suelo americano de palabras, palabras, palabras.
Claro, esas palabras que le dieron a él nada menos que el Premio Nobel. Menudo barbaján estuvo hecho, aunque escribiera aquello de «puedo escribir los versos más tristes esta noche…» que hemos leído y recitado hasta la saciedad.
A la postre, muchas gracias don Juan Miguel de Zunzunegui por habernos regalado otra joya de este léxico que nos ocupa, que inunda nuestra ánimo y es la razón y el sentido de nuestra vida. Finiquitamos el escrito con una tristeza: la Literatura Hispanoamericana no consta ya en los últimos planes de estudio de los peninsulares burócratas ignorantes. ¡Qué lástima!
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