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Hojas de otoño
SALVADOR CALVO MUÑOZ
Miércoles, 8 de noviembre 2023, 07:59
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SALVADOR CALVO MUÑOZ
Miércoles, 8 de noviembre 2023, 07:59
Si paseo por la placita de 'Albatros' piso hojas continuamente. Las plataneras han dejado caer, desde hace ya semanas, su vestido frágil, caduco y efímero. No sé por qué relaciono las hojas muertas con tantos compatriotas que cayeron en aquellos hechos épicos de la historia. ... De la historia de España. Cientos, miles, que al azar se vieron en el trance de tener que empuñar la espada, la lanza, el arcabuz, el mosquete o el fusil. ¿Recuerdan? ¿Quiénes fueron aquellos que siguieron a don Pelayo y lanzaban piedras y flechas desde los riscos de Covadonga? Tenían nombre, y mujer y seguramente hijos; les dolían las muelas, y el vientre, y quizás murieron de un flechazo sarraceno, o tal vez, con suerte, en su pobre cabaña de los Picos de Europa. ¿Quiénes fueron aquellos esforzados peones que vieron cómo Alfonso VIII desenvainaba su espada y se lanzaba al galope contra la hueste de Miramamolín, y ellos, enfervorecidos, le siguieron y se batieron contra el enemigo? Se llamarían Santiago, Pedro, Rodrigo, Diego… y lo mismo: cultivaban sus campos, cuidaban su ganado, trillaban, se casaban, tenían hijos… hombres anónimos. Hojas y más hojas que caen de los árboles y ahí se quedan, inertes, muertas, en el suelo. Como miles de compatriotas, que ya nadie recuerda. ¿Quiénes fueron aquellos doscientos escasos que pasaron una noche en Cajamarca, muertos de miedo, y al día siguiente, a las órdenes de un tal Pizarro, salieron espada en mano a vencer o a morir? ¿De dónde eran, de Garrovillas, de Trujillo, de Brozas, castellanos, andaluces? Apenas un perrito merodea por la plaza solitaria mientras, de vez en cuando, cae de las alturas de las plataneras alguna hoja seca y condenada. O aquellos otros de arcabuz, pica y espada que se enfrentaron contra los herejes protestantes en Bicoca, Maastrich o en Munster, a las órdenes de Antonio Leiva o de Fernando Álvarez de Toledo. Eran vizcaínos, portugueses, aragoneses e italianos de los viejos tercios de Sicilia o Nápoles. Como aquellos soldados que, fusil en mano, corrían por los campos del Jarama o por los arenales del Ebro y caían muertos con un balazo en el pecho. Eran soldaditos de Yagüe, o de Varela, o de Juan Modesto o de Cipriano Mera… tanto nos da. Les gustaba el vino, la partida de tute, Marcial Lalanda o Rafael el Gallo. Cuántos españoles anónimos por ahí caídos, como las hojas del lírico otoño. Y antes de que se me acabe el folio un consejo, un favor y una recomendación: No se pierdan 'Sounds of freedom', esa peliculaza que ha financiado Mel Gibson e interpretado Jim Caviezel. Aún hay cineastas por ahí que merecen la pena y luchan, con sus medios, por la libertad, la justicia, el afecto y la ternura. No como otros que no hacen más que sandeces de 'Al otro lado de la cama', cochinadas como las de una tal Lulú o flagrantes mentiras de un grupo de flores que de rosas tenían muy poco. Flores sí, recuerdos cordiales para aquellos españoles anónimos que sembraron en el solar patrio este fervor que aún sentimos los que creemos que no fueron hojas muertas. Vaya para ellos nuestro recuerdo otoñal.
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