![Sobrevalorados](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202209/28/media/cortadas/marias-R5YxEZHAdDSy8PJ9UGbKP4I-1248x770@Hoy.jpg)
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Como en otras ocasiones en las que un personaje público fallece, las redes sociales se convirtieron en un gigantesco libro de condolencias con la muerte de escritor Javier Marías. Estarán conmigo en que allí podemos 'dar la cabezada' sin tener que esperar largas colas, pasar ... por algún control de seguridad o levantarnos del sillón para ir al tanatorio. Todo ello sin olvidar que, además, podemos curiosear en lo que han escrito otros sin la mirada vigilante de quien va detrás de nosotros en la fila y nos mete prisa con la firma. A este sistema solo le veo ventajas.
Como buena cotilla que soy he echado mis ratitos leyendo el libro de condolencias de Marías en el que durante unos días se convirtió Twitter, he disfrutado conociendo qué libros han gustado más y cuáles menos, en qué momento de la vida de una señora de Vigo su lectura le aportó claridad o por qué a un señor de Murcia le gusta el escritor. He vuelto a ver entrevistas que a modo de homenaje han colgado en la red amigos, colegas o admiradores y ni que decir tiene que yo también he hecho mis pinitos y escrito algo aunque con cierta contención para no parecer una fan desbocada a sabiendas de que allí, en Twitter, no soy yo la única cotilla.
Estaba así de entretenida cuando, de repente, una tarde leo ‘Javier Marías está sobrevalorado’. Me sobresalté. Tras hacer mis indagaciones sobre la persona que había osado escribir tal aberración, les recuerdo que soy una fan, comprobé que no era escritor, ni experto en literatura europea, ni profesor de lengua y literatura. Su trabajo nada tenía que ver con la edición, la crítica literaria o la venta de libros, era, simple y llanamente y en el mejor de los casos, un atrevido. Lo ilustraré con un ejemplo.
Sepan ustedes que tengo una espinita guardada. Varias veces lo he intentado y esas mismas veces he sido incapaz de hacerlo. Me refiero a leer ‘Ulises’ de James Joyce. Que yo no sea capaz de leer el libro no convierte a Joyce en un escritor sobrevalorado básicamente porque el conocimiento experto sobre la novela la sitúa en la cúspide de la literatura europea del siglo XX. ¿Quién soy yo en ese ámbito? Nadie. Joyce o Javier Marías pueden no gustar, caer mejor o peor y por supuesto no es obligatorio leerlos ni hacerlo nos convierte en mejores personas, pero cuando eres un lector mondo y lirondo, por muy lector empedernido que seas, resulta bastante necio exclamar que están sobrevalorados en contra del juicio de quienes realmente saben del tema. Me temo que detrás de un necio siempre hay un atrevido.
A los pocos días de este suceso en redes me topé con un artículo del filósofo Diego S. Carrocho titulado ‘Y tú, ¿contra quién piensas?’. Carrocho sostiene que «el pensamiento no debe identificarse tanto con la oposición crítica y destructiva como con su contrario: la creación de conceptos y teorías». También que la crítica tiene un prestigio que generalmente no merece y que siempre hay alguien dispuesto a sentirse original «por el mero hecho de decir que Borges está sobrevalorado».
¿No les parece maravilloso? Sin quererlo ni beberlo me encuentro con una explicación al «Javier Marías está sobrevalorado», con alguien que desenmascara a quienes sistemáticamente destruyen con sus críticas porque están convencidos de que eso es sinónimo de inteligencia o genialidad. Y lo peor es que muchas veces el resto hemos asumido que es así. Se sobrevaloran.
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