![Súbanse todos al mismo tren](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202209/02/media/cortadas/TRENOK_20220902190555-RZJf6bGOo3mLq53390JDMRK-1248x770@Hoy.jpg)
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Posiblemente todos o muchos recordemos la fecha del 18 de noviembre de 2017. Ese día una Extremadura unida hizo un frente común para denunciar en Madrid el abandono de la región, sus deficitarias infraestructuras ferroviarias, dejar claro que el hartazgo había llegado al límite y ... exigir, como nunca antes se había hecho, un tren digno. Miles de extremeños unieron sus voces para poner este territorio, difuminado casi siempre, en el mapa de España. Y el país entero conoció nuestra realidad.
Ese día fue histórico porque nunca más se ha vuelto a repetir y porque no parece que vaya a ser posible revivirlo. Llegó un año después de que la unidad extremeña se concretara en el Pacto por el Ferrocarril, hoy descafeinado, y apenas dos meses después de que una plataforma ciudadana nacida en Plasencia, Milana Bonita, tomara literalmente la estación de Atocha. Caracterizados como los personajes de la película de 'Los Santos Inocentes', sus integrantes y quienes se sumaron a su iniciativa no solo expandieron como la pólvora nuestra reivindicación colectiva, sino que nos zarandearon a todos, para hacernos ver la necesidad de mojarnos en la lucha.
Así que hartos de esperar un tren en condiciones y tragar retrasos y promesas incumplidas durante décadas, Extremadura se unió por fin con la firme decisión de conseguir que la burla cesara. Y desde Madrid toda España supo que exigíamos, porque lo gritamos, un «¡tren digno ya!». Exactamente lo mismo que deberíamos haber seguido gritando hasta conseguirlo. Porque el servicio ferroviario continúa siendo deficiente en esta región a pesar de los 1.700 millones de euros invertidos, las protestas y manifestaciones, el 8 de septiembre y el 18 de noviembre, continúan siendo necesarias, imprescindibles para que nadie olvide que la deuda con Extremadura no está ni mucho menos zanjada.
Pero no hemos sido capaces de mantener esa unidad, ni políticos ni ciudadanos. La Extremadura que se manifestó en Madrid el 18 de noviembre de 2017 parece que se evaporó ese día, que murió de éxito aunque, claro está, quedaba todo por hacer.
La unidad política dentro del Pacto por el Ferrocarril se resquebrajó más pronto que tarde. Primero Podemos y después el PP lo abandonaron alegando que servía para poco o que, cuando menos, el nivel reivindicativo había bajado muchos peldaños. En 2018 el PP quiso repetir la hazaña en Madrid, pero no contó con el PSOE. Claro que ya no era Mariano Rajoy, sino Pedro Sánchez, quien estaba en la Moncloa. Y entonces la protesta se trasladó de la capital de España a la cacereña y nada, ni el número de asistentes ni su eco, fueron iguales.
En 2019 nos olvidamos directamente del tren digno, en 2020 la pandemia impidió la protesta y en 2021 nada cambió. Y este año, en el que ha continuado la vergüenza del tren, Alvia tuneado incluido, parece que nos hemos vuelto a despertar. No sabemos si lo estaremos todavía para el 18 de noviembre, pero sí que en este Día de Extremadura la reivindicación regresará. Aunque dividida, a pesar de que seguimos ante un problema colectivo.
Hasta tres manifestaciones se han convocado con el denominador común del tren digno. Una en Madrid, otra en Cáceres y otra más en Mérida. Las dos últimas el 7 y la primera el 8, tratando de reeditar lo vivido en 2017. La 'Plataforma extremeña por un tren que vertebre el territorio y enfríe el planeta' es la que ha organizado la protesta, prevista ante el Congreso de los Diputados a las 13 horas. De esta nueva plataforma forman parte colectivos varios. Entre ellos, Milana Bonita y Extremadura Vaciada, que se han descolgado de la cita tras conocer que Izquierda Unida, Podemos y el PP se han sumado. No quieren partidos en una movilización que entienden que debe liderar el 'pueblo' porque desconfían de sus intenciones.
Sin embargo, los remilgos, egos y protagonismos no tienen cabida en una reivindicación, como es la del tren extremeño, en la que a estas alturas ningún partido ni plataforma ni gobierno puede sacar rédito alguno. La lucha es de una región entera y la reivindicación en la calle, para que no baje decibelios en despachos ni pactos, debe ser ciudadana, empresarial, sindical y política. Debe ser la de una Extremadura unida.
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