Amo el teatro. Es fascinante asistir a una representación, es como emprender una aventura de apenas dos horas de duración, corta pero intensa, en la que vivimos una historia que no es la nuestra. La vida se compone de pequeños momentos de felicidad, y somos ... muchos a los que nos hace felices el rato que estamos absortos en las historias que ocurren sobre el escenario, que a veces nos sobrecogen, otras nos conmueven, nos hacen reír, llorar o nos sorprende la forma en la que hilvanan las tramas. El teatro no es solo entretenimiento, nos traslada a otra época y lugar y nos hace reflexionar porque en ocasiones las vidas de los personajes se entremezclan con las nuestras. Ya lo decía Antonio Gala: «El teatro es la vida de otra manera. Como una vida puesta en limpio de la que se han eliminado cosas que la confunden. Es un formidable medio de acción». También la actriz y cantante Ana Belén: «El teatro es una extensión de la vida. El teatro lo entiendo como una emoción». Y lo cantaba en los 60 la famosa intérprete de boleros cubana 'La Lupe': «Teatro, lo tuyo es puro teatro...».
Publicidad
Mi atracción por el teatro comenzó curiosamente viendo la televisión, concretamente los Estudio 1 de TVE, un programa que no me perdía a pesar de que era una niña y que nos acercó el teatro a millones de españoles porque estuvo veinte años en antena. Nos descubrió desde Shakespeare a Jardiel Poncela, pasando por Lope de Vega, Calderón, Zorrilla, Miguel Mihura... y por él pasó lo mejor de la escena española, con personajes que interpretaron magistralmente Jaime Blanch, Lola Herrera, Manuel Galiana, María Luisa Merlo, José Bódalo, Tina Sáinz, Manuel Alexandre, Amparo Baró, José Sacristán, Eusebio Poncela, José María Pou, María José Goyanes, Marisa Paredes, Manolo Gómez Bur, Irene y Julia Gutiérrez Caba, Nuria Torray, José María Rodero, Fiorella Faltoyano, Julieta Serrano, Victoria Vera... que se colaban en nuestra casa y nos acercaban a los autores clásicos.
En algunos casos a la magia del teatro se añade el encanto de los espacios escénicos, como el imponente Teatro Romano de Mérida, en el que todavía resuenan los ecos de los que acudían a distraerse hace más de dos mil años. Aún recuerdo la primera obra que vi allí, fue en 2004, y un soberbio Héctor Alterio nos dejó boquiabiertos a todos los presentes dando vida al emperador Claudio en una adaptación del 'Yo, Claudio' de Robert Graves que nos trasladó a la Roma del Imperio.
También el coqueto y acogedor Corral de Comedias de Almagro nos hace viajar en el tiempo hasta el siglo XVII, nos acerca al teatro del brillante Siglo de Oro y casi formamos parte del espectáculo porque los actores dan vida a sus personajes a apenas unos metros del público. Nos identificamos tanto con el lugar y el ambiente teatral que cuando accedemos al Corral y pasamos por el espacio donde estaba la alojería echamos de menos la aloja, hecha con agua, miel y especias que se vendía hace siglos para que los espectadores refrescasen sus gargantas antes de la representación.
Publicidad
Pero aunque son pocos los espacios escénicos tan singulares como los de Mérida y Almagro, no hay escenario pequeño porque los actores se crecen en él y siempre son bienvenidas iniciativas a pequeña escala como la del MUBA de Badajoz, que este año ha llevado el teatro al patio del museo con 'La vida secreta de Petra Leduc'.
Les animo a ir al teatro ahora que la oferta es variada en la región, y hasta es posible que cuando caiga el telón acabemos bailando al son que nos marca Rafael Álvarez 'El Brujo'.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.