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Llegó con sus andares de pasarela, la sonrisa forzada y palmeándose el pecho, pero en sus ojos había crispación, rabia y odio. Mucho odio. En esa situación nadie debería llevar las riendas ni de una borriquilla. Nada más sentarse, el amado líder dejó suelto al ' ... killer' que le habita y tomó la palabra. La ira guio su intervención cargada de revanchismo y como un Monchito perturbado, ocho veces ocho se refirió a la «extrema derecha y la derecha extrema» y hasta se sintió cruzado redentor contra una reacción fascista mundial. Esa fue la autocrítica del amado líder, el análisis sosegado sobre el estacazo que el electorado le había propinado. Solo le faltó gritar «¿pero cómo os habéis atrevido?». El tono y la forma de un pandillero cabreado al que le han quitado el menudeo en una esquina.

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hoy El amado líder