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Más fácil lo tenía Miguel Ángel Gallardo en el PSOE que María Guardiola en el PP, pero el zurcido de la líder popular ha sido ... más fino que el del secretario general de los socialistas. Ella, consciente de su debilidad inicial, procuró el equilibrio entre provincias y familias, para que nadie se sintiera excluido. Incluso después de ser investida presidenta de la Junta, siguió con la estrategia política de los repartos, «colocando» en puestos de segundo nivel, pero bien remunerados, a grandes quemados de la etapa anterior. De hecho, siguen casi todos. Un lastre necesario para coger fuerza y afianzarse en el PP y en la Junta. Algo así como «ahora hago lo que puedo para mañana hacer lo que debo».
Miguel Ángel Gallardo, a quien no se le puede negar inteligencia política, consiguió la secretaría general del PSOE extremeño por escasa diferencia de votos, pero sus compañeros/adversarios dicen que siguió con la política de exclusión que había practicado en el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena y en la Diputación de Badajoz: «Los que no están conmigo están contra mí». Dicen que se comportó como un dirigente a la vieja usanza y que esa falta de sintonía con la actualidad ha debilitado su liderazgo en la provincia de Cáceres, dónde no alcanza el brazo de la Diputación de Badajoz, que es su mejor baza. Por eso, pudiendo ser diputado autonómico y ejercer la oposición desde la Asamblea de Extremadura, decidió seguir como presidente de la institución provincial. Los que se sienten excluidos, en la primera ocasión, han decidido plantarle cara en un momento en el que su debilidad es manifiesta. El caso es que con un PSOE a la greña y sin candidato consolidado, el anticipo de elecciones sería un desastre, porque podría perder –hay sondeos– muchos diputados. La alternativa de Esther Gutiérrez está sin cocinar y la de Miguel Ángel Gallardo, como mínimo, es cuestionada por parte de sus compañeros.
Después de aquel extraño arrepío inicial, en el que María Guardiola salió por peteneras, negándose a una coalición con Vox para ser investida presidenta de la Junta de Extremadura, su trayectoria ha sido prudente, no ha arriesgado en verborrea, no parece proclive a los espectáculos estridentes de Monago y su liderazgo es sólido, además del plus electoral que le presta ser presidenta de la Junta. ¿Es buen momento para que, con la disculpa de la falta de entendimiento presupuestario, anticipe las elecciones autonómicas? Supongo que Guardiola tendrá la interrogante en su agenda. ¿Adónde irán los diputados que puede perder el PSOE? Los del PP parecen garantizados y con cinco más lograría la mayoría absoluta, pero también puede quedar rozándola y con los cambios que Vox está imponiendo en sus delegaciones territoriales, es un riesgo a considerar. Hoy, el partido de Abascal es imprevisible.
El líder de Vox en Extremadura, Ángel Pelayo, es un político avezado, buen dialéctico y cercano, pero su partido no le permite armonizar una política reflejada en Extremadura. A Vox solo le preocupan las elecciones generales y está extremando su postura, un riesgo que puede mermar su implantación en comunidades y municipios. La verticalidad que impone desde su cúpula, lo deja como una franquicia supeditada al «ordeno y mando» que llega desde la sede central.
¿Elecciones anticipadas? Creo que el PSOE no debería tentar la suerte, rechazando los Presupuestos autonómicos. Afrontar unas elecciones en su situación actual, es enfrentarse a un riesgo del que saldría muy tocado.
PD. Por razones personales debo ausentarme unas semanas de este espacio. Volveré pronto.
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