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El oportuno impertinente
La calma del encinar

El oportuno impertinente

Tomás Martín Tamayo

Viernes, 9 de febrero 2024, 23:31

Mi hija, 44 años, coge el libro recién llegado, rompe la envoltura y lee en voz alta el título: «¡Es un libro de Enrique Sánchez de León!: 'Esos impertinentes reformistas de la Transición'». Hace una ojeada rápida, de crupier y lo deja sobre la mesa, ... con delicadeza, como si fuera de cristal. «¿Sabes quién es Enrique Sánchez de León?». Ella no lo duda: «Sí, un amigo tuyo». Acertó porque Enrique es un amigo al que quiero, un maestro al que admiro y una de las pocas personas que me han ayudado de verdad. Pero si señalo la edad de mi hija es porque su respuesta me ha hecho reflexionar sobre el «tempus fugit»: «Cualquiera de estas piedras nos sobrevivirá» (Arcadio). Ella es lectora, sabe escuchar, es médico, está informada y ha crecido en una casa en la que la Transición no es precisamente el Manuscrito de Voynich, pero lo que sabe de Enrique Sánchez de León, uno de los pilares esenciales de aquel periodo en España y desde luego, el fundamental en Extremadura, es que es amigo mío. Conociendo a Enrique, que nunca perdió el tiempo midiendo su sombra, hasta es posible que se sienta satisfecho con la simplificación de mi hija.

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