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Mi hijo, que suele mantenerse al margen de las noticias que nos machacan, me preguntó: «¿Ese Tito Berni es un actor italiano?». Sí, más o ... menos, le dije cuando él ya estaba en otra cosa, pero es verdad que el personaje parece propio de una comedia italiana, de aquellas de Alberto Sordi. Don Tito es la última versión del pícaro que mientras atusa el pelo del amo le quita el pan que guarda en la bolsa. De momento se afanaba en hacer de guía del Congreso de los Diputados, pero acabaría vendiéndolo a alguno de esos empresarios que se dejaban quitar la cartera, mientras contemplaban en el techo del hemiciclo los disparos de la intentona golpista de Tejero. Es/era uno de los 350 representantes de la llamada «soberanía del pueblo», un salvoconducto que sirve para justificar cualquier felonía, ya sea pactando con los herederos de ETA, entregando la reforma del Código Penal a delincuentes condenados para que lo acomoden a su medida o sacando leyes para proteger a las víctimas, pero que acaban poniendo en libertad a depredadores, maltratadoras, violadores… Digo yo que si él era uno de los elegidos y el anzuelo lo tenía en el Congreso, eso también debe estar dentro de la protegida «soberanía popular».
Tito Berni, al que el PSOE presenta como un eslabón con escasas influencias, tenía en el Congreso su oficina de recaudación, pero su visión es más beatífica. Más o menos: después de una agotadora jornada, apuntalando leyes contra el puterío y los puteros, llegó a su habitación para hablar con la familia, orar y meditar... Pon, pon, llamaron a la puerta. Él estaba en la ducha y con el torso desnudo abrió, creyendo que sería el camarero. Era un amigo, seguido de unas cuantas veinteañeras, que querían saludarlo. Él lo creyó porque sabía de su tirón personal y de su atractivo. Paul Newman tenía que alquilar plantas enteras del hotel donde se hospedaba y siempre de la sexta para arriba, para evitar el acoso y el escalo de las fanáticas que querían un algo. ¿Es menos Tito Berni? ¡Pero si hasta el nombre lo tiene de galán italiano! Se fotografió, dejándose abrazar y abrazando a las que seguían al 'Mediador' y ese fue su pecado, ser bueno, cariñoso, atractivo y confiado. Después del saludo de cortesía, sus admiradoras se fueron, allí no pasó nada y él volvió a sus meditaciones sobre la lacra del putiferio que tanto preocupa al Gobierno y a sus compañeros… Es tan increíble que hasta ganas dan de creerlo.
¿Dinero? Él no sabe nada. ¿Restaurantes de lujo, algo para esnifar, alcohol, un volquete de jovencísimas admiradoras? Nada de nada y como garante de lo que hacía tiene a un general de la Guardia Civil, también preocupado con el puterío esclavizante que nos asola. Recibía muchas visitas en el Congreso porque era un representante de la «soberanía popular» y el Congreso es el templo de la democracia. ¿Qué si había más implicados? Ya lo dijo Patxi López: «¿Y eso qué más da, a ti que te importa?». El PSOE no tiene nada que ver ni que ocultar, aunque haya mostrado reticencias para que se inspeccione el despacho de don Tito y no quiera comisiones de investigación, porque no hay nada que investigar. Debemos creer a Tito Berni, a Patxi, a la Chiqui, a Pedro Sánchez... porque todos están comprometidos con la verdad. «¿Qué pensará la burra, si es que las burras tienen pensamiento?».
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