Hay mucho ruido con esto del «Orgullo»! Hay quien piensa que si los derechos ya están reconocidos, «¡Qué más quieren!». Hay quien dice que «contaminan a la sociedad con su libertinaje», «inducen a los menores a una sexualidad equivocada y precoz», «los heteros no tienen ... día que celebre su identidad», «permitir que adopten es atentar contra los derechos del niño», «los homosexuales son divertidos». Hay quien se pregunta. ¿quién ejercerá de hombre y de mujer? Hay quien cree suficiente contar entre sus amistades con gays o lesbianas. Demasiados prejuicios, demasiadas dudas, demasiados estereotipos, demasiados errores que impiden una igualdad real y efectiva, que siguen promoviendo y consolidando conductas homófobas y que propician una regresión, y un ataque directo al pilar fundamental de la vida en sociedad, los derechos humanos.
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Dice una amiga, que hay temas en los que no se puede ser «tibia» y, desde luego, cuando está en juego el sufrimiento y la vida de las personas, no se puede mirar a otro lado. Hoy, más de medio siglo después de ese 28 de junio en Stonewall, rebelión considerada punto de partida de las reivindicaciones por la igualdad y derechos civiles de las personas homosexuales, más de un tercio de los países del mundo tienen leyes que criminalizan la homosexualidad, y más de una decena los matan.
Orgullo debe producir que España sea uno de los países más avanzado en derechos igualitarios y en la despatologización de la homosexualidad, pero preocupante, y por tanto movilizante, debe ser el que no cueste nada apreciar cómo los avances conviven con corrientes que abiertamente fomentan la discriminación; que nos encontremos informes como el de Arcópoli que muestren un aumento del 20% en los incidentes de odio motivados por LGTBIfobia en la Comunidad de Madrid en 2023; que, según el informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, en España un 12% de los encuestados haya sufrido ataques físicos y el 11% de adolescentes españoles LGBTIQ+ piense en suicidarse; que, según los datos de la Federación Estatal del colectivo, más del 70% oculte su orientación sexual o identidad de genero en el trabajo y el 57% en el entorno familiar.
Infinitas cifras y estadísticas avalan la necesidad de compromiso social para frenar retrocesos y seguir avanzando, pero frente a ellas tan solo con reflexionar de forma muy intima sobre hasta qué punto, de verdad, respetamos a los demás sin juzgar su condición u orientación sexual y hasta qué punto nos provocaría sufrimiento el experimentar la discriminación, el silencio, las miradas, los incontables límites, los deseos frustrados, la inseguridad, el rechazo, las agresiones, los comentarios, etc., sería suficiente para no permitir la pasividad. ¡Orgullo es sumarse a la lucha!
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Orgullo es sentir que dejas atrás prejuicios y que un día descubres que ya no te llama la atención un beso público entre mujeres, la manicura de fantasía de tu compañero de trabajo, dos ancianas de la mano, que no comentas «ese niño tiene dos papás», que no permites que otra identidad sexual sea objeto de broma...
Y «Orgullo» es no permitir que el ruido acalle las voces externas e internas que aclaman la importancia de visibilizar para legitimar cualquier forma de amar.
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