Urgente Herida una mujer por asta de toro en Montehermoso

«Los padres pueden ser como faros que guían o como tormentas que arrasan»

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Liane Moriarty

Atrás quedaron los días en los que el padre ... era el proveedor y protector de la familia, pero distante y ajeno a las responsabilidades diarias del cuidado y crianza de los hijos. Un nuevo paradigma de paternidad desafía los estereotipos tradicionales y abraza un enfoque no solo más justo en cuanto a la corresponsabilidad doméstica, sino más humano y enriquecedor en cuanto a los afectos.

Nuevas leyes que dan un nuevo valor a la paternidad, llegando incluso a hacer obligatorias las bajas por nacimiento y cuidados del menor, que abogan por la custodia compartida en casos de separación y divorcio y, que favorecen y propician la conciliación laboral y parental, allanan el camino del cambio. Pero los cambios no son uniformes, y las leyes 'per se' no acaban con los constructos sociales desafortunadamente arraigados.

Ni el 'padre amo', dueño y señor de su casa, que ejerce la paternidad desde 'el ordeno y mando'; ni el padre 'protector-director', que educa a 'semejanza o mejora' pero sin cercanía emocional y repitiendo patrones que transmiten los viejos códigos; ni el 'padre ausente', físicamente o moralmente, han desaparecido de nuestra sociedad, y en ella perviven sin que se les cuestione demasiado.

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Afortunadamente, frente a ellos, cada vez más visible, un nuevo modelo de paternidad reclama su lugar en la crianza y en el establecimiento de vínculos afectivos tempranos y continuados. Padres, diversos (en solitario, en pareja hetero u homosexual, por deseo propio, o circunstanciales), que disfrutan de la paternidad y asumen su responsabilidad en el desarrollo emocional de sus hijos. La crianza es para ellos una elección íntima, individual, una vivencia de relación profunda arraigada en lo cotidiano. El vínculo no se nutre de lo biológico, ni del apellido, ni del afecto hacía la madre, sino de la implicación afectiva y emocional y consiguiente responsabilidad diaria.

No obstante, no es menos cierto, que la mayoría de ellos se ven sobrepasados por la paternidad. No los educaron desde la niñez para que fueran sensibles, cariñosos, empáticos, comunicadores, pacientes, compasivos, flexibles, etc.; no jugaron a cuidar, ni educar; ni tuvieron referentes culturales masculinos a los que imitar (ni el cine ni la televisión tampoco se los mostró) y, de pronto, se ven sin aptitudes para desempeñar el papel más importante de su vida.

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Afortunadamente, un nuevo modelo de paternidad reclama su lugar en la crianza y en el establecimiento de vínculos afectivos tempranos y continuados

De ellos, no pocos dejan en manos femeninas, ya sean de las madres, si conviven con ellas, o si no lo hacen, de abuelas, tías o parejas, la mayor parte del cuidado más rutinario, y se reservan el ocio seductor y complaciente, emprendiendo el camino de regreso al 'padre a medias'.

A los otros, a los que asumen una paternidad responsable, conscientes de que la decisión de tener un hijo implica la realización de una labor no delegable y constante de protección y cuidados hasta la madurez del mismo; a los que saben que la presencia solo es el punto de partida, a ellos, decirles que en el camino está la recompensa y en el cumplimiento de su deber la mejora de la sociedad.

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