
Hora de dar al César...
Troy Nahumko
Sábado, 16 de marzo 2024, 08:04
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Troy Nahumko
Sábado, 16 de marzo 2024, 08:04
Siempre he tenido un sentido respeto por el fisco. Independientemente del país en el que viviera, desde mi Canadá natal hasta Estados Unidos, pasando por ... países semi-legales como Azerbaiyán, Libia o Yemen, siempre he sido muy consciente de su presencia.
Al fin y al cabo, fue Eliot Ness y no la policía quien acabó con alguien como Al Capone; fue a la cárcel por evasión de impuestos y no por asesinato. Al final, probablemente no será por incitar a la insurrección y cometer crímenes contra la democracia por lo que encarcelen a Donald Trump, pero puede que se ponga un mono naranja a juego con su peluquín y maquillaje por hacer trampas en sus impuestos.
Cada país tiene sus propias peculiaridades a la hora de hacer la declaración de la renta e imagínense mi sorpresa la primera vez que la hice aquí en España. El complejo lenguaje en sí ya es bastante complicado, pero luego llegué a una serie de casillas que simplemente no entendí. Era algo que no había visto antes en otros países.
En el formulario había dos casillas que marcar, la 105 y la 106. Una era para saber si quería dar el 0,7% de mis impuestos a lo que en realidad es una potencia extranjera y la otra era para dar lo mismo a ONGs no especificadas. Eso o una combinación de ambas, en la que cada una se lleva el 0,7%.
La cruda elección hacía sospechar que la Iglesia católica era la religión patrocinada por el Estado, cuando en realidad es una creencia más entre la miríada de credos y confesiones que existen. Evangelistas, ortodoxos, protestantes, testigos de Jehová, mormones, judíos, musulmanes, budistas, hindúes, zoroastrianos, bahaí, gnósticos, jupiterianos, Caballeros Jedi y miembros de la Iglesia del Monstruo Espagueti Volador parecían no tener que presentarse.
Pero esta anomalía parece que pronto cambiará con la recién creada Dirección General de Libertad Religiosa, que pasa de subdirección a dirección. Al parecer, uno de sus principales objetivos será la equiparación fiscal de todas las religiones. Es decir, todas las religiones reconocidas por el Estado. Parece que no todos los seres imaginarios se consideran iguales ante la ley.
Con esta medida, en lugar de cerrar estas enormes lagunas fiscales, más credos podrían beneficiarse de las ridículas exenciones fiscales de las que ahora disfruta la Iglesia católica. Exenciones que le permiten no solo estar exenta del pago de impuestos sobre sus edificios donde se celebra el culto, sino, lo que es más pertinente, sobre las enormes sumas que obtiene del alquiler de sus vastas propiedades inmobiliarias.
El Gobierno parece haber confundido el reforzamiento del necesario laicismo de un Estado moderno y democrático con el avance hacia un multiconfesionalismo abigarrado y buenista. En lugar de suprimir las desaforadas prerrogativas de la Iglesia católica, especialmente el IBI, y la reversión de más de 100.000 propiedades ilegalmente inmatriculadas por la Iglesia católica desde 1948, va a aumentar los privilegios de otras confesiones religiosas de 'notorio arraigo'.
Como escribió Mark Twain en una ocasión: «(Donde) No se gravan las propiedades de la Iglesia se grava al infiel y al ateo y al hombre sin religión para compensar el déficit de ingresos públicos así causado».
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