Línea fuera de servicio

Yo pienso más bien en prodigios más recientes. Como esas mujeres misteriosas que se aparecen en los alrededores de lugares como Fátima y Lourdes. ¿Están los niños demasiado absortos en sus pantallas como para fijarse en las damas flotantes o están demasiado protegidos como para permitir que se les acerquen apariciones extrañas? O tal vez sean los socialistas los culpables de su ausencia. Al fin y al cabo, este tipo de milagros siempre parecían aparecerse a los humildes y analfabetos. Quizá el aumento constante del nivel de vida y la tasa de alfabetización tengan algo que ver con la escasez de doncellas levitando en grutas.

Luego están las Vírgenes que antaño yacían ocultas en los campos y montañas de todo el país. ¿Por qué ninguna de ellas se ha aparecido a los pastores en los últimos 500 años? He escrito un libro de viajes sobre la provincia de Cáceres que sale a la venta el martes y que explora estos misterios y plantea algunas de estas preguntas. ¿Se han descubierto todas? ¿No habrá más sucesos sobrenaturales como la vaca sagrada de Gil Cordero? Y si aparecen, ¿podría la Iglesia acogerse a la ley de Aznar y registrar como suyos los terrenos circundantes sin necesidad de escrituras ni siquiera de pruebas?

Todo esto hace que uno se pregunte, ¿sigue el dios cristiano en el negocio de los milagros? ¿O está ocupado asegurándose de que se cuelgan piedras de molino alrededor del cuello de los sacerdotes pedófilos antes de ahogarlos en las profundidades del mar?

Una cosa es segura, no es por falta de fieles que intentan llamar la atención del señor del cielo. Aquí en España, el año natural está repleto de Vírgenes que son meneadas por todo el país. Desde una perspectiva foránea, estas imágenes marianistas parecen servir de telefonistas locales para los fieles con línea directa a una divinidad más lejana. Interlocutores que interceden y transmiten las plegarias de la gente a dios. Actúan como intermediarios perceptibles con el todopoderoso, al tiempo que proporcionan una salida conveniente cuando las peticiones no son atendidas.

Aquí en Cáceres, a la Virgen y 'alcaldesa honoraria' se la pasea por la ciudad para celebrar su centenario de coronación canónica y os podéis imaginar las plegarias que se le piden. Imagino que las grandes plegarias como la paz en Oriente Medio se dirigen directamente al Gran Jefe mientras que los asuntos locales se dejan en manos de la Virgen. ¿Quizás un cese de la mina cancerígena? ¿Un servicio ferroviario decente? ¿Un gobierno que invierta seriamente en salud pública para que las oraciones de curación «milagrosa» puedan ser atendidas?

En cualquier caso, sólo he venido a hablar de mi libro.