
La procesión del santo helado
Camino a Ítaca ·
Troy Nahumko
Sábado, 1 de abril 2023, 08:49
Secciones
Servicios
Destacamos
Camino a Ítaca ·
Troy Nahumko
Sábado, 1 de abril 2023, 08:49
La cola se extendía más allá de la heladería, pasaba junto a una estatua de un cucurucho de helado de aspecto bastante espeluznante, bajaba por ... la calle peatonal y llegaba a la plaza. Las mangas cortas y algún que otro turista en pantalón corto se codeaban con chalecos y chaquetas en la estrecha calle. El relativo frescor de la sombra contrastaba bruscamente con el cálido resplandor del sol que incidía sobre quienes se cobijaban bajo unos árboles en flor en el extremo opuesto de la calle.
Caminaba entre la multitud cuando una niña de unos cuatro años corrió hacia su madre con la chaqueta atada a la cintura y suplicó: «¡Mamá!, ¿puedo tomar un helado?». La madre consultó con la mirada al padre, con su chaqueta acolchada, al otro lado de la multitud. «¡Un helado!», exclamó, algo indiferente a la creciente cola y para consternación de la niña, «¡¿quién ha oído hablar de tomar un helado en marzo?!».
Su rotunda respuesta se reflejó en las persianas de espejo de la heladería cerrada del lado opuesto de la calle. Una casualidad que también pensara que era demasiado pronto para servir helados.
Siempre me ha intrigado la atención casi obsesiva y la importancia que se da a las fechas aquí en España, independientemente de lo que ocurra fuera de tu ventana. El año natural gira más en torno a los santos y los procesos oraculares, como la forma chamánica de determinar cuándo cae la Semana Santa, que a la temperatura real. Aunque los termómetros primaverales se acerquen a los treinta grados, hace falta ser un valiente inconformista para sacar las sandalias antes de la fecha socialmente aceptable. Unas convenciones sociales que se están volviendo aún más atávicas con el calentamiento global y el adelanto de la primavera.
Pero la fecha más incomprensible es la apertura de las piscinas.
El mes de mayo puede ser abrasador pero el alivio de una piscina sigue siendo una realidad lejana para la mayoría debido a alguna fecha arbitraria fijada en el ayuntamiento.
Me recuerda a una anécdota que me contó un amigo mío cuando vivía en otro país de tradiciones muy arraigadas, Japón.
En el país del sol naciente, como aquí, la temporada de baño no se abre hasta finales de junio. Ese año, el mes de mayo fue atípicamente caluroso y él vivía en una ciudad del norte que tiene un lago maravilloso. Un día no aguantó más y decidió darse un baño.
Con el calor de la tarde, bajó al lago, se zambulló y empezó a nadar. Mientras nadaba, una pequeña multitud comenzó a congregarse en la orilla, asombrada por lo que estaba viendo. Cuando este hombre caucásico, bastante grandote y con una barba espesa, emergió de las aguas, la multitud lanzó un grito ahogado.
Al darse cuenta del traspié que había cometido, optó por saludar a la concurrencia. «No temáis, a pesar de mi apariencia no soy un fantasma y soy simplemente un hombre que no podía soportar más el calor».
Si el calor sigue subiendo en las próximas semanas, puede que yo también me vea obligado a cometer una indiscreción similar. Eso, o al menos lo harán los dedos de mis pies.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.