
La Virgen del litio
Camino a ítaca ·
Troy Nahumko
Sábado, 12 de octubre 2024, 09:22
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Camino a ítaca ·
Troy Nahumko
Sábado, 12 de octubre 2024, 09:22
Desde hace unas semanas, los periódicos locales tienen un aspecto claramente retro, más propio de los tiempos en los que las páginas de sociedad ocupaban ... gran parte de la tinta impresa. Es como si la ciudad de Cáceres recibiera la visita de una jefa de Estado extranjero o de alguna estrella de cine popular y los medios no se cansaran de hablar de ella.
Se han dedicado páginas a su itinerario, a quién la recibió e incluso hasta el último detalle de lo que llevaba puesto y dónde lo había adquirido. El genocidio en curso en Gaza (y ahora en Líbano) y la capitulación de Pedro Sánchez ante el prófugo que ha estado viviendo a sus anchas en Waterloo, pagado por los contribuyentes españoles, han sido relegados a un segundo plano por este, en palabras aduladoras de algunos de los artículos, trascendental acontecimiento.
Uno de los aspectos interesantes de toda esta atención mediática, especialmente para un observador de fuera, es que todo este bombo y platillo no se ha dedicado a alguien como Kamala Harris, Rosalía o incluso la reina Letizia y cómo se gasta los euros de tus impuestos duramente ganados en ropa y zapatos. Toda esta histeria mediática se ha dedicado a lo que en realidad es un objeto inanimado.
Llámenla icono, tótem, estatuilla o fetiche, pero el grado de adulación ha sido tan grande que incluso he tenido que comprobar dos veces al recoger un ejemplar del otro periódico de la región si no había cogido por error una hoja parroquial que alguien había dejado olvidada.
Pero el frenesí que ha desatado el centenario de la Virgen de la Montaña sólo araña la superficie del debate que realmente está fermentando en Cáceres. Una mirada más atenta a los comentarios en los artículos, más allá de los que afirman que ella representa a todos los cacereños o los que cuestionan, con razón, por qué el artículo 16 de la Constitución española parece haberse convertido en una mera sugerencia y no en una ley, muestra que se está produciendo una polémica totalmente distinta.
No se trata de un debate sobre la exhortación del Levítico a no rezar a los ídolos o sobre si una figura religiosa sectaria debe ser agasajada por el gobierno local y condecorada con el título de alcalde honorario, sino de un referéndum sobre uno de los retos más cruciales a los que se enfrenta la ciudad: la mina de litio.
Parece que los fieles quieren saber cuál es su postura al respecto, y muchos se escandalizan de que esto pueda concebirse tan cerca de su santuario.
El anterior alcalde tuvo su conversión paulina tras un misterioso suceso en el que dio un giro completo a su postura sobre la mina y, como resultado, perdió las elecciones. Mientras, el actual alcalde se retuerce tratando de no pronunciarse ni en un sentido ni en otro sobre el asunto hasta que él también reciba esa misma llamada telefónica, si es que no la ha recibido ya.
La cuestión es si todas estas oraciones convencerán a la Virgen para que interceda en favor de los fieles. Y, lo que quizá sea más pertinente, ¿qué ocurrirá cuando no lo haga?
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