El Consejo Europeo, reunido de urgencia en Bruselas con la presencia de Volodímir Zelenski, escenificó ayer la entente precisa para que los ciudadanos de la ... UE puedan identificarse con sus instituciones frente a la ominosa realidad que trata de dibujar Vladímir Putin con la aquiescencia de Donald Trump. Tres años después de su agresión contra Ucrania, resulta elocuente que el régimen ruso perciba cualquier iniciativa defensiva europea como una amenaza contra el Kremlin. En cambio, Putin mantiene la revisión de su doctrina nuclear con la naturalidad de un chantaje expansionista sin límites. No concibe otra respuesta a sus pretensiones que el sometimiento europeo, la pasividad y el abandono de Ucrania a su suerte.
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Términos en los que coincide con Trump, dando muestras de que para él y su cohorte Europa ha pasado de ser una aliada prescindible a convertirse en un engorro irritante cuando reacciona unida. La UE, acompañada por el Reino Unido, se hace fuerte y para ello despliega recursos sin precedentes desde la guerra fría. El presidente francés, Emmanuel Macron, insiste en proteger a sus socios con un paraguas nuclear, a la vez que se plantea la eventual presencia de misiones civiles y militares integradas por los veintiocho en territorio ucraniano. Una apuesta defensiva que puede incomodar a Moscú hasta considerarlo poco menos que un ataque directo a la integridad y la soberanía rusas. O enojar al inquilino de la Casa Blanca porque cuestionaría abiertamente su afán de poner fin a la guerra a costa de Ucrania y de la Unión.
Pero, aún como hipótesis, la reacción europea puede contribuir a que salga adelante la propuesta del presidente ucraniano de una tregua aérea y marítima inmediatas como antesala de una paz justa y duradera. El «optimismo cauteloso» del secretario general de la OTAN en la mejora de las relaciones entre Washington y Kiev depende de que la Administración Trump mantenga los programas de ayuda a Ucrania, y no ciegue la colaboración de sus agencias de inteligencia. Todo lo demás exigirá una mayor implicación de los países de la UE y del Reino Unido, acelerando la autonomía en defensa de Europa. Mientras tanto, sigue la insólita escalada en la retórica belicista. Putin contestó ayer a Macron con un episodio histórico para advertirle del riesgo de «derrota» frente a lo que considera una «amenaza» para Rusia: «Todavía hay algunos que quieren revivir los tiempos de Napoleón, olvidando cómo acabó».
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