
Uno de los nuestros
CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO @TROYNAHUMKO
Sábado, 20 de marzo 2021, 09:42
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CAMINO A ÍTACA ·
TROY NAHUMKO @TROYNAHUMKO
Sábado, 20 de marzo 2021, 09:42
Cuando pienso en ello, debe haber sido un espectáculo bastante curioso. Allí, en la esquina del parking de una gasolinera, había cuatro quinceañeros con el ... pelo largo haciendo todo lo posible por tocar música afroamericana de la década de 1950. El blues se originó a 3.000 kilómetros en Mississippi, pero allí había cuatro adolescentes tocando por propinas en el norte de Canadá. Puede que la música no haya sido la mejor, pero algo debe haber funcionado, porque el propietario nos pidió que volviéramos e incluso nos dio algo de dinero por hacerlo. He estado tocando música profesionalmente desde entonces.
La música tiene sus altibajos. He tenido el placer de tocar para miles de personas algunas noches y tocar para dos borrachos la siguiente en un pequeño pueblo en el medio de la nada en Nebraska. Un día son bises y al siguiente te lanzan una botella de cerveza porque no tocas música country. Fue con mi guitarra que crucé el Atlántico por primera vez y pude sentir la vida europea. Fue con una banda que vine a España a principios de los 90 y me di cuenta de que era un lugar en el que algún día me gustaría instalarme. También detrás de mi guitarra he explorado preciosos rincones de Extremadura, desde Talarrubias hasta Pinofranqueado.
Tuve la suerte de tocar con algunos de los que crearon esa música de Mississippi y estoy agradecido de haber tenido la oportunidad de grabar en algunos de los grandes templos de la música, como Electric Ladyland en las entrañas más profundas de Nueva York. Fue un viaje hermoso hasta que un día, como predijo Don McLean en American Pie, la música murió.
Sucedió casi de la noche a la mañana. Cuando se produjo la pandemia, desaparecieron los festivales donde íbamos a tocar, desde Francia al Algarve. Algunas almas valientes han tratado de resucitar nuestra moribunda escena cultural, pero cuando miras desde el escenario y solo ves máscaras azules a dos metros de distancia, incapaces de tomar una copa, bailar o incluso ir al baño, simplemente no es lo mismo. Además, ¿cómo se puede planificar una gira completa cuando ni siquiera se sabe si podrás salir de tu casa?
Como otros, me alegré cuando vi que la Junta ofreció una subvención para tratar de ayudar a aquellos que habían visto desaparecer su sustento y envié mi solicitud también.
En respuesta, recibí una carta que decía que necesitaba un certificado que acreditara que efectivamente era artista. Hoy en día, cuando todo se puede ver en Facebook, incluso cada gamba metida, esto parecía un poco kafkiano. Pero supongo que no es tan absurdo como aquellos declarados muertos por la administración cuando, de hecho, están muy vivos. Al leer con detenimiento, la historia se convirtió en algo más parecido a una obra de Mario Puzo. No solo tenía que demostrar que era músico, sino que tenía que estar vinculado directamente con la administración. No importaba si había tocado doscientos conciertos ese año, si no había trabajado para ellos, ¡Dios te la depare buena!
Siempre había oído que quien hace la ley hace la trampa, pero nunca supe que quién hace la ley certifica la trampa.
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