El pasado martes 21 este periódico recogía una información del corresponsal de Alburquerque, Francis Negrete, en la que daba cuenta de que el PP de Badajoz había inaugurado en esa localidad su curso político tras las vacaciones instando al Gobierno a que disolviese ya el ... Ayuntamiento y convocase elecciones antes del 22 de marzo, día en que Ángel Vadillo cumple la inhabilitación para presentarse como consecuencia de su condena por un delito de amenazas.

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Poca duda cabe de que la situación de esa localidad es un serio problema y cada día que pasa es un día perdido para que se ponga pie en pared ante el rumbo de ruina hacia la que se dirige. Ha pasado demasiado tiempo sin tomar decisiones para detener las consecuencias de una administración de Ángel Vadillo y sus adeptos no solo populista sino quién sabe si delictiva y que muchos alburquerqueños están pagando en sus propias carnes. Pero el problema es tan grave que las consecuencias de la gestión vadillista la pagarán todos los vecinos sin excepción, no solo los que su sueldo depende del Ayuntamiento o la viabilidad de su empresa de que cobre las facturas municipales, porque la deuda desbocada que tiene obligará, durante muchos años, a detraer de los presupuestos locales dinero que debería dedicarse a atender los servicios públicos.

Urge, por tanto, disolver el Ayuntamiento de Alburquerque. El PP se ha caracterizado por ser el partido que más esfuerzo ha hecho en exigirlo. El diputado Víctor Píriz ha trabajado para que el Gobierno y la Junta pongan en marcha la maquinaria administrativa de la disolución y hay que reconocerle el empeño, porque durante mucho tiempo ha sido la voz de mayor eco que ha alertado de que lo que está ocurriendo en Alburquerque es inadmisible. La comparecencia de la vicepresidenta Blanco-Morales anunciada para este jueves en la Asamblea con el fin de tratar la situación de Alburquerque tal vez inicie el proceso de disolución, que requiere que la pida la Comunidad Autónoma, y ese paso de la Junta es difícil juzgarlo sin la sostenida posición de Píriz.

Vadillo debería poder presentarse a las elecciones porque sólo perdiéndolas se pondría fin a su pesadilla

Pero pedir que las eventuales elecciones para elegir nueva corporación se celebren antes de que Vadillo pueda presentarse a ellas a partir del 22 de marzo es un error del diputado y del flamante presidente provincial, Manuel Naharro. En primer lugar porque desde un punto de vista conceptualmente democrático es difícil digerir que se decida la fecha de una elección con el propósito de que alguien no concurra. En segundo lugar porque esa decisión podría ser, en la práctica, inútil y contraproducente. Inútil porque, como se está viendo ahora, Vadillo sigue de facto gobernando Alburquerque aun inhabilitado, y contraproducente porque le permitiría aparecer como una víctima, lo cual sería el mundo al revés. Y, sobre todo, porque los alburquerqueños necesitan pasar la página de Vadillo y para ello es preciso hacerlo con la fuerza de los votos, que es como llegó y es por donde debería irse. Que Vadillo pierda en las urnas es garantía de que se pueda poner fin a la pesadilla que representa.

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