A muchos extremeños, votantes socialistas o no, les hubiera gustado que Guillermo Fernández Vara fuera más allá. Mucho más allá. Y que a sus mensajes sugiriendo que el acuerdo del Gobierno con Bildu le daba ganas de vomitar le hubiese seguido un sonoro ... puñetazo en la mesa criticando abiertamente a Podemos, a Bildu, a Sánchez y al Consejo de Ministros en pleno; incluso que diera un portazo a este PSOE que ya no parece el de toda la vida.
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Pero convendrán conmigo en que esperar que el presidente extremeño continuase con su censura al Gobierno de Sánchez no es realista. No es su estilo y no va a cambiar a estas alturas. Vara no es Ibarra, que se movía como pez en el agua en la gresca política y que esta semana se ha vuelto a despachar diciendo que el PSOE no tiene nada que ver con Bildu. ¿Pero de qué PSOE está hablando el expresidente extremeño? ¿Del que se identifica con Felipe González, Nicolás Redondo o Eduardo Madina o del de Pedro Sánchez y Adriana Lastra?
Lastra, la número tres socialista, ya les ha sugerido a «los mayores» que dejen de dar la lata; que le toca gobernar a su generación. Adriana Lastra, y tantas y tantos Lastras de la política pasarán y serán olvidados antes de lo que ellos sospechan y los Felipes y Guerras quedarán en los libros de historia de España por lo que aportaron a la modernización de este país.
Pero lo cierto es que hoy, 22 de noviembre de 2020, en el PSOE manda Lastra; corta en inteligencia política, pero larga en descaro para ordenar a los discrepantes que se callen.
Lastra y Sánchez dan por amortizados no solo a esa vieja guardia que ya no está activa, sino a quienes como Vara, Lambán o Page, presiden comunidades autónomas porque ganaron las elecciones hace poco más de un año. Pero los quieren jubilar. Al nuevo PSOE inaugurado con el triunfo de Sánchez en las primarias no le gusta este viejo partido que ve con reticencia el pacto con Bildu, ERC y Podemos y les están poniendo fecha de caducidad, son los dinosaurios a extinguir en el nuevo planeta socialista inaugurado por el presidente del Gobierno.
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¿Quiere o puede Vara dar la batalla ante ese proyecto? El presidente extremeño desistió de hacerlo tras el triunfo de Sánchez en las primarias. Quienes como él apoyaron a Susana Díaz aceptaron de mejor o peor gana la derrota y tiraron para adelante y optaron por convivir con los ganadores. Hoy, con un Gobierno de coalición en el que Unidas Podemos tiene mando en plaza, los barones se encuentran con la papeleta de que tienen que tragar no solo a Sánchez, que no les gustaba, sino a Iglesias, que les gusta menos, y a los pactos de este con Bildu, que les revuelven las tripas. Cierto. Pero olvídense de rebeliones. Ni en Extremadura, ni en Toledo ni en Zaragoza. Ninguno de los barones, incluido el presidente extremeño, quiere romper e inmolarse. El poder es el pegamento más potente que existe, y mientras el PSOE ocupe la Moncloa las disidencias estarán, si no pactadas, que es lo que sospechan algunos, sí atenuadas. Asunto distinto es si a medio plazo, y a consecuencia de sus devaneos con Bildu y ERC, el PSOE se da un batacazo electoral. Ya hay dirigentes socialistas que prevén una ruptura entre el socialismo de Sánchez y el heredero de Felipe González y Rubalcaba. Quién sabe. De momento, y aunque Sánchez sí muestra tics cesaristas, no veo yo a Vara de Espartaco encabezando la rebelión contra el emperador y sus desvaríos.
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