Así hemos narrado la manita del Barça al Valencia

Desde que el espacio de los telediarios se ha reducido para dar cobertura a todas las disciplinas de los Juegos Olímpicos, en lugar de a jugarretas antideportivas, ando un poco despistada sin una de mis mayores fuentes de inspiración para levantar esta columna.

Publicidad

Disfruté de ... la ceremonia de inauguración, y del electrizante momento Zidane-Nadal; me gustó ver los partidos de tenis de nuestros dos tenistas más carismáticos, que con cada raquetazo traspasaban la pantalla y nos erizaban el vello, contagiándome del ambiente y de la emoción que parecían envolver la pista Philippe Chatrier. Me he extasiado contemplando en bucle la perfección del ejercicio en suelo de Simone Biles, y todavía seguiría admirando esos saltos imposibles si no fuera porque la vida existe más allá del tapiz olímpico, te reclama para que dejes de pensar en musarañas y te recuerda que no has comprado el pan.

No sé qué opinará el lector sobre ver deportes televisados de forma ininterrumpida, quizá sea un consumidor voraz que encadena un partido de fútbol con la regata, el salto de trampolín con el hockey o el ejercicio en las barras asimétricas con el bádminton, ¡ay, Carolina! O tal vez sea selectivo, como me sucede a mí, que, sin ser una apasionada de los juegos, disfruto con determinados espectáculos deportivos y, en cambio, encuentro otros aburridísimos, al menos aburrido el hecho de contemplarlos. Por ejemplo, no tengo paciencia con el baloncesto, me irritan los tiempos muertos, no sé para qué sirven y me parecen una pérdida de tiempo. Sin embargo, me entusiasmo con un partido de fútbol entre dos selecciones internacionales, siempre que juegue España, y también con la gimnasia artística, sobre todo si la atleta en cuestión tiene el talento y la elegancia de la estadounidense Biles, y con el patinaje artístico, sea o no olímpico, me quedo embobada con las piruetas de los patinadores, las líneas que dejan las cuchillas sobre el hielo tienen algo magnético que me fascina, me hipnotiza. La cabeza llena de pájaros y el artículo sin escribir.

Mientras los atletas siguen con sus saltos, acrobacias, proezas y récords, también sufriendo lesiones y decepciones, continúan las guerras, la corrupción, la sombra del fraude en las elecciones de Venezuela, el presunto tráfico de influencias de la mujer del presidente, los incendios pavorosos o el juego sucio de Trump. Hechos que nos importan en mayor o menor medida, unos nos tocan más, otros menos y otros, nada. Eso creen algunos, que no nos tocan, pero todos esos acontecimientos moverán el mundo, lo agitarán y cambiarán su faz, tanto si nos importan como si no.

Publicidad

Los amantes de los deportes, o los amantes de ver deporte en televisión, habrán disfrutado de dos meses de competición ininterrumpida, Eurocopa, Tour y JJ OO. A mí tanto deporte me ha dejado la cabeza a pájaros. Ya no está una acostumbrada a tanta belleza visual, a la perfección, al esfuerzo o al talento recompensados. Mañana terminan estos juegos y volveremos a prestar atención al juego sucio de la política, los telediarios llenarán su espacio de contenido antideportivo y las musas, mi cabeza. Espero.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.

Publicidad