Los asesinatos ayer de madrugada de dos mujeres de 24 y 46 años en Piedrabuena (Ciudad Real) y El Puerto de Santa María (Cádiz), las primeras víctimas de la violencia machista que se cobra este 2023, acentúan el dolor y la alarma ante la lacerante ... escalada de crímenes que se viene registrando desde final del año pasado; una alerta agudizada por la confesión de un detenido que dice haber estrangulado a otra mujer sin que se hayan esclarecido ni quién ni cuándo ni dónde. Si ningún feminicidio puede ser asumible, este nuevo repunte de un mal que nos sacude como sociedad avanzada en progreso y valores resulta del todo insufrible. Lo es por la acumulación de vidas cercenadas por la fuerza, 13 desde diciembre a la espera de despejar el testimonio del arrestado en Almería. Y lo es por la sensación de impotencia que invade al comprobar que no terminan de resultar plenamente eficaces para salvar a las mujeres de la muerte ni los resortes institucionales ni una concienciación social aún por debajo del compromiso que exige la erradicación de esta violencia. Porque estremece percatarse de que cuando se cumplen 20 años del primer listado oficial de víctimas, una veinteañera fue asesinada ayer sin que llegáramos a evitarlo.

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