![El virus sigue aquí](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202107/11/media/cortadas/Imagen-tomates-kjwB-U140992126454RjG-1248x480@Hoy.jpg)
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Cuando creemos que la pandemia está vencida resulta que no. Rebrotan los contagios y volvemos a tener pueblos cerrados y colas para hacerse PCR. Hace solo tres semanas estábamos tan seguros de que el coronavirus era residual que aplaudimos la decisión del Gobierno de ... eliminar la obligación de llevar mascarilla en la calle. La confianza en que el avance de la vacunación iba a acorralar definitivamente al virus ha sido excesiva. O quizá solo prematura. Hace falta que se vacunen los más jóvenes, quienes están entre los 12 y los 30 años, para que la ansiada inmunidad de grupo se produzca. Nos han podido las prisas. El cansancio de tantos meses de prohibiciones.
¿Volvemos a la situación de hace un año, cuando la bajada de contagios hizo que nos relajásemos y nos abocó a sufrir sucesivas olas de contagios? Parece que no. Es cierto que hay muchos contagios (en Extremadura hemos vuelto a las cifras de febrero, con más de 300 diarios), pero apenas suben los ingresos en hospitales y no hay fallecidos. La juventud de los infectados favorece que la enfermedad casi nunca sea grave.
Quizá el error que hemos cometido, tanto las autoridades como los ciudadanos, es dar la pandemia por superada, no prever la expansión masiva del virus que se ha producido en junio y julio al acabar el curso y multiplicarse los viajes y las salidas de los jóvenes. Acelerar la vacunación es ya la única bala que nos queda.
Cuando se disparan los contagios hay quien clama por volver a la mano dura: vuelta a casa y se acabó el virus. Pero hoy no es realista retomar los encierros y las duras limitaciones en el comercio y la hostelería. Con la temporada de turismo en marcha, cerrar bares y restaurantes de manera general se antoja más dañino para la economía y el empleo que mantener un control razonable del ocio. Quizá lo que enseña esta quinta ola es que acabar con la pandemia es bastante más complicado de lo que esperábamos. Que no caben euforias, ni entre los gobernantes, ni entre la ciudadanía. Basta con que aparezca una nueva variante más contagiosa, como es la delta, para que haya que echar el freno a todos los planes que nos habíamos hecho.
La eventualidad de que surjan nuevas mutaciones que pongan a prueba la efectividad de las vacunas es muy alta. De hecho, la comunidad científica ha defendido desde el principio de la pandemia que la humanidad no habrá controlado el coronavirus hasta que la vacuna se extienda a todos los países. Y estamos muy lejos de conseguirlo. Resulta por eso un tanto pueril felicitarnos porque España lleva un buen ritmo de vacunación cuando sabemos que el virus se sigue extendiendo, mutando, y en consecuencia viajando, por amplias zonas del planeta. La petición de Pfizer de aplicar dentro de unos meses una tercera dosis de vacuna para hacerla más efectiva ante posibles mutaciones evidencia lo difícil que va a ser tener bajo control la pandemia.
A los medios se nos acusa a veces de hacer catastrofismo porque seguimos hablando de la pandemia y dando cifras de contagios mientras la mortalidad cae. Y es cierto. Seguimos informando, no con el mismo dramatismo, de los daños que produce el virus. Y, por desgracia, el repunte de contagios cuando todo el mundo quiere olvidarse del maldito bicho nos acaba dando la razón. El virus mata menos. En España y en los países desarrollados mata muchísimo menos que hace año y medio, pero sigue aquí.
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