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'Celda 211'. RC
'Celda 211': más vísceras, menos tensión

'Celda 211': más vísceras, menos tensión

Nueva versión de la historia, esta vez como serie y desde México, con imágenes más duras y una atmósfera en presidio más creíble. Sin embargo, fallan el ritmo y el suspense

Miércoles, 12 de marzo 2025, 15:40

Revisitación en formato serie de la novela homónima, obra del periodista y escritor español Francisco Pérez Gandul, que ya fue llevada al cine con fuerza por Daniel Monzón en 2009. El estreno de Netflix cambia de nacionalidad, esta vez mexicana, con una temporada autoconclusiva que consta de seis capítulos, de apenas media hora de duración cada uno, que pueden verse de una tacada. A diferencia de la película española, la nueva propuesta es más cruda y explícita, no se corta a la hora de mostrar escenas de violencia y el horripilante ambiente carcelario es más creíble, con una desfile de figurantes a cual más canalla -aquí los tatuajes no son una anécdota-, coreografiados a conciencia con grasa en el rostro, como si hubieran llegado al plató desplazados en autobuses desde los bajos fondos más cercanos. Sin embargo, el filme protagonizado en su día por Alberto Ammann y Luis Tosar funciona mejor como thriller, al cuidar más la narrativa cinematográfica. El punto de partida es el mismo, pero donde la producción española ganaba en intriga, tejiendo una tensa tela de araña, la versión mexicana aporta visceralidad pero pierde en suspense.

Un abogado de visita en un centro penitenciario se ve inmerso en un terrible motín. Los presos toman el control de la prisión y al pobre picapleitos no le queda otra que hacerse pasar por un recluso para salvar el pellejo. Su irremediable acto de mimetismo con los criminales le lleva a empatizar de más con el líder de la revuelta, un tipo enrabietado que quiere hacerle la cama a su jefe, un mafioso de gatillo fácil que intenta dominar la situación al otro lado del muro y las alambradas sin perder los estribos. Para presionar al capo narcotraficante toman como prisionero, en la famosa celda número 211, dentro del propio penal, a un secuaz que le lleva las cuentas y conoce las direcciones y contraseñas de una retahíla de paraísos fiscales en una conspiración que salpica a los poderes fácticos.

Como cabe imaginar, al situarse la acción en México, hay un cambio sustantivo en las tripas de la serie, rodada en Ciudad Juárez. Un abogado -un funcionario de prisiones recién llegado al lugar para incorporarse por primera vez a su nuevo puesto en el filme de Monzón-, es el protagonista, moviéndose entre el bien y el mal, en los límites de la locura, pero la rebelión carcelaria consiste en un enfrentamiento entre clanes criminales, no se busca, con la sublevación, negociar una mejoría en los derechos de los presos. De hecho, en el exterior, la DEA, la Administración de Control de Drogas de EE.UU., participa en el enredo, además de la clase política de un país quebrado por los negocios sucios. Las instituciones se dan de bruces con una crisis nacional inesperada. Las bandas organizadas, con sus respectivas jerarquías, también luchan por el poder entre los muros de la cárcel y no faltan policías corruptos que se unen al festejo. El letrado se ve empujado a integrarse en la jauría humana para salir de la encerrona y ver a su mujer embarazada que le espera en la puerta. La suerte está echada, y el drama también, en la línea de títulos como la producción argentina 'El marginal', con un tono realista alejado de 'Prison Break'.

Problemas éticos

El protagonista de 'Celda 211' no goza de una ética de hierro. Sobrevivir es su único objetivo y, en un mundo de lobos, es difícil mantener la moralidad impoluta. El sentido de la justicia cambia por completo en una situación extrema. Diego Calva, miembro del reparto principal de la incomprendida 'Babylon', encarna con gusto al jurista camuflado entre los presidiarios desbocados, un enjuto licenciado con mala fortuna. Sumido en una atmósfera claustrofóbica, subrayada con abundantes planos cerrados, la oscuridad va apoderándose de su corazón. Con la mente fría, entre la barbarie y el desencanto, rodeado de desechos humanos, carne de cañón, se apunta irremediablemente al enfurecido levantamiento, con todas las consecuencias. En sus movimientos en busca de una salida del atolladero se arrima, con éxito intermitente, a Caloncho, el pequeño gran cabecilla de la insurrección, un sujeto bronco y malencarado a quien interpreta, con una veracidad física encomiable, Noé Hernández, actor mexicano que hace doblete en el menú de Netflix con otro estreno reciente, 'Contraataque', donde da vida a un narco cabreado que quiere vengarse de un grupo de militares de las fuerzas especiales que caen en una emboscada en su día libre, una película de acción funcional que se deja ver aunque pierde energía en su desenlace.

Hernández, visto también en la recomendable serie 'ZeroZeroZero' y en 'Arcángel', un cortometraje a destacar, afronta con mirada sucia el papel de quien siembra el caos en la cárcel, liderando a un grupo de fervientes y desalmados adeptos que le siguen al fin del mundo. Su rol es el equivalente al avieso Malamadre que Tosar defendía con sobriedad en la película española que se llevó en su día la friolera de ocho premios Goya. Una cárcel mexicana da más miedo, pero aquí queda menos claro qué es lo que se quiere contar más allá de los altercados. La relación entre el prisionero de pega y el jefe del motín es menos dependiente, no tan cercana ni manipuladora, nutriendo en menos medida la inquietante unión entre ambos personajes, el matón cerebro de la operación y un hombre listo -y guapo- que pasaba por ahí. Accidentalmente, se ve envuelto en un embrollo de campeonato con menos escenas íntimas de las que necesita.

En 'Celda 211', la serie, se precipitan los acontecimientos sin orden aparente. El formato sabe aprovechar la conclusión de cada episodio, a modo de gancho, pero el clímax final se antoja deslavazado, poco espectacular y escasamente dramático debido a un guion mejorable. Los directores, alternándose tras la cámara Jaime Reynoso ('El candidato', 'El tirador') y Gerardo Naranjo ('Narcos', 'Miss Bala'), hacen lo que pueden con el libreto, inspirado a su vez en un asalto real que ocurrió en enero de 2023 en el Centro de Reinserción Social para Adultos 3 de Ciudad Juárez. Visualmente la realización opta por emplear un tremebundo efecto estrobo, sin razón de ser, en sonados momentos. El montaje y la banda sonora tampoco ayudan en la faena. En definitiva, el resultado es más sobrecogedor, si atendemos a la ambientación, pero cojea todo lo demás si se compara con la reconocida adaptación española.

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