![La magia del teatro que cura la claustrofobia en casetas de obra](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/pre2017/multimedia/noticias/201406/08/media/69194035.jpg)
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SERGIO LORENZO
Domingo, 8 de junio 2014, 09:16
Son cuatro grandes cajones de metal de seis metros de largo por dos metros y medio de ancho y otros dos metros y medio de alto. Están en la Plaza Mayor de Cáceres, en el Foro de los Balbos, junto a la estatua de la diosa Ceres. Son cuatro contenedores de obra y dentro se ofrece teatro.
uConcierto en el Kiosco de la Música. La Banda Sinfónica del Conservatorio Superior de Cáceres, ofrece un concierto en el Kiosco de la Música del Paseo de Cánovas a las 13.30 horas.
uCuentos e ilustración en la Sala Croma. A las seis de la tarde, para el público infantil, en la Sala Croma se ofrece Cuentrazos, donde Patxidifuso contará las historias de la Rana Manzana y el dibujante Fermín Solís las ilustrará. El precio es de 6 euros, entrando una 'meriendilla'.
uBallet en el Gran Teatro. A las 21.00 horas el Russian Classical Ballet representará en el Gran Teatro la obra Romeo y Julieta de William Shakespeare. Las entradas cuestan 25, 23 y 20 euros.
uMicroteatro en el Foro de los Balbos. Se ofrecen 11 obras a lo largo de la mañana, tarde y noche.
-¿Nunca ha tenido un espectador claustrofobia una vez que se le ha encerrado dentro? -pregunta el periodista a Yolanda Blanco, de la organización del microteatro.
-Pues no. La verdad es que no hemos tenido ni un caso por ahora.
El espacio es tan reducido en su interior que sólo pueden entrar 15 espectadores. La obra la representan tres actores como mucho. Los llamados 'microteatro por dinero' forman parte de la oferta del 25 Festival Internacional de Teatro Clásico de Cáceres, y en los cuatro contenedores se ofrecen once obras de teatro durante todo el mes de junio; los jueves, viernes, sábados y domingos.
La sensación de agobio se alivia al saber que cada actuación dura 15 minutos y los contenedores tienen aire acondicionado. Las entradas cuestan 3,5 euros.
Es la primera vez que en el Festival de Cáceres se ofrece esta experiencia, que ha tenido éxito en Madrid, Miami, Buenos Aires, Valencia o Málaga. «Para mí estas representaciones son pequeñas perlas de teatro en donde el espectador tiene una relación más íntima con los actores, así se logra que se involucren más en la obra -explica Yolanda Blanco-. Se lo propusimos al Consorcio Gran Teatro porque está funcionando muy bien en otras ciudades y pensamos que también podía funcionar bien en Cáceres. En Madrid los espacios aun son algo más pequeños».
Hay tres tipos de obras que se pueden ver en estos espacios. En la sesión de tarde, de 20.30 a 23.20 horas, se ofrecen obras que se pueden llamar tradicionales. Son cuatro: Góngora y Quevedo se pelean lanzándose versos en 'Hay una cosa que te quiero escribir'; se mezcla a John Wayne con Calderón en 'La vida es sueño'; se estudia el cerebro de un dramaturgo en 'Si Cervantes levantara la cabeza...'; y se juega con textos del Arcipreste de Hita y Pedro Muñoz Seca en 'El lastimero cantar del caballero sin fortuna'.
A partir de las once y media de la noche las obras suben de tono, al empezar la 'sesión golfa' que dura hasta la una de la madrugada. También hay cuatro obras: en 'El éxtasis de Teresa' se cuenta como una cacereña llamada Teresa acude por primera vez a un fisio-osteópata y tiene una experiencia orgásmica; en 'Juan Rana o el pecado nefando' se habla de un famoso cómico del Siglo de Oro acusado de homosexual; se representa el entremés astracanado 'Carpe Diem', y se enseña a sobrevivir al amor en 'Matar a versos'.
Los sábados y domingos por la mañana el ambiente cambia en los contenedores, al pasar a representarse obras infantiles. Hay tres: 'La tremenda Dulcinea' que muestra una versión distinta del amor platónico de Don Quijote; hay una que trata de una musa y un personaje sin obra en 'El mágico cuento de Bruno y Flora'; y en 'El príncipe Cagueta y la Princesa Julieta' se cuenta una historia de una princesa que lucha contra un dragón.
Los niños son quizás los que puedan sentirse más agobiados con la experiencia de estar encerrados en un espacio que podría considerarse un cuarto oscuro. Ayer por la mañana un periodista y un fotógrafo del diario HOY se metieron en uno de los contenedores a ver la historia del Príncipe Cagueta, junto a otros tres adultos y nueve niños. Los niños entraron con curiosidad en la caja de metal y se sentaron en unos bancos forrados de tela de colores, frente a un teatrillo. Cuando estaban todos sentados se cerró la puerta y sólo un niño de 10 años miró para la madre mientras le decía «¡Qué raro!». No tuvo tiempo a cuestionarse nada más porque a los pocos segundos ya estaba siguiendo la historia que contaban las marionetas: la de una príncipe que no quería matar dragón alguno, al que le gustaba hacer poesías como a Lope de Vega aunque fueran a hormigas, y la princesa que no quería que un príncipe le salvara de un dragón, venciendo ella misma a la bestia una vez que tomaba unas habichuelas mágicas que le hacían aumentar de tamaño.
Durante la representación las dos marionetas se transformaron en actores que interactuaron con los niños, haciéndoles cantar y jugando con ellos.
A los 15 minutos se abrió la puerta, y en la claridad de la pequeña plaza se vio mejor la sonrisa de los niños. Una madre le preguntó al niño, «¿Te ha gustado? a mí me ha gustado mucho», recibiendo el abrazo del hijo que seguramente estará curado de cualquier brote de claustrofobia que pueda tener cuando sea algo más mayor. Cosas de la magia del Teatro Clásico de Cáceres.
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